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Las fuerzas armadas españolas contaban en 1924 con una respetable fuerza naval. Delante de Alhucemas se reunieron los acorazados Alfonso XIII y Jaime I, cuatro cruceros, dos destructores, cuatro torpederos, seis cañoneros, once guardacostas, once buques menores, 26 barcazas de desembarco, y un portahidroaviones, el Dédalo, que podía transportar entre 12 y 20 hidroaviones.
El 26 de agosto comenzaron en Ceuta las operaciones de carga en los buques de transporte e idéntica operación se realizó en Melilla, el 2 de septiembre. En ambos casos se tuvo en cuenta la experiencia de los británicos en su frustrada operación de los Dardanelos, en 1915. Embarcado el personal, el día 5, al atardecer, levaba anclas de Ceuta la flotilla protegida por las Fuerzas Navales del Norte de África, dirigiéndose hacia Uad Lau con el fin de simular una operación de desembarco para ocultar el verdadero objetivo de los movimientos.
Ese mismo día, y a idéntica hora, emprendía la marcha la columna de Melilla, escoltada por unidades de la marina francesa, navegando hacia Sidi Dris para efectuar igualmente una operación de castigo y de distracción, que concluía al atardecer, emprendiendo luego cada convoy la marcha hacia la Bahía de Alhucemas. Mientras tanto, Abd-el-Krim, conocedor de las intenciones hispano-francesas, lanzó un ataque contra la posición española de Kudia Tahar y en Issonal, en el frente francés, con el objeto de impedir el temido desembarco. Esta acción obligó a reforzar a las escuadrillas de Tetuán y Larache para defender Kudia Tahar, cuyo asedio finalizó victoriosamente el 13 de septiembre con la derrota de las fuerzas rifeñas.