mineros asturianos
FRANCISCO SÁNCHEZ MONTOYA
Aquel uno de febrero de 1935, no fue un día normal para los ceutíes, un paisano suyo, el sargento Vázquez había sido pasado por las armas, tras luchar junto a los mineros asturianos, durante el movimiento revolucionario de octubre de 1934. Tras la terminación de la huelga general y la detención del ceutí Vázquez, le formalizaron un consejo de guerra, celebrándose el 3 de enero, acusándole el juez de rebelión militar, pidiendo para el procesado la pena de muerte. El padre, Miguel, profesor de la banda militar del grupo de Regulares de Ceuta, se encontraba al lado de su hijo en Oviedo, y en Ceuta, en la calle Machado, estaba su madre, África Corbacho, junto a su otro hijo Miguel, también sargento de Regulares. A las cinco de la tarde recibieron un telegrama desde Oviedo: "Diego condenado a la ultima pena, hagan gestiones.
La corporación municipal tenia que celebrar sesión a última hora de la tarde. Al comenzar toma la palabra el concejal Antonio Berrocal: "Acabo de recibir la notificación del consejo de guerra a Diego Vázquez condenándolo a la pena de muerte, solicito que pidamos al Gobierno el indulto". Antonio Mena pide se levante la sesión para dar mayor trascendencia a la petición de clemencia. A esta se unen todos los concejales. El alcalde, Victori Goñalons, expone que cuando tuvo conocimiento de la condena envió varios telegramas entre ellos al presidente de la República. Tras varias intervenciones, los concejales acuerdan solicitar el indulto y que el alcalde se desplace a Madrid con algún familiar.
Sus paisanos, sin distinción de clases ni partidos, se movilizan y se comienza una campaña para pedir al Gobierno el indulto. Son muchos los telegramas que se envían, como el del exalcalde y exdiputado de las Cortes Constituyentes Sánchez Prado: "Señor Rafael Sánchez Guerra, Palacio Presidencial. Madrid. Le ruego transmita a su excelencia Presidente de la Republica, suplica de indulto Sargento Vázquez condenado a muerte tribunales de Oviedo, atendiendo a que Sargenta Vázquez demostró caridad y nobleza interviniendo su influencia para indultar prisioneros de revolucionarios.
El 15 de enero, el diputado, el alcalde y el padre del sargento visitaron al presidente de la Republica, al presidente del Gobierno y al líder de la derecha, Gil Robles. El condenado, al tener conocimiento de la campaña emprendida por sus paisanos, el 24 de enero envía un telegrama al alcalde para que lo haga llegar a todos los ceutíes: "Enterado, intercede por salvar mi vida agradezco a mis queridos paisanos que sin mirar en ideas, en la nobleza de sentimientos al solicitar mi perdón, más que por mi por mi querida madre, gracias".
30 de enero se reunió el Consejo de Ministros para tratar varios asuntos, entre ellos el posible indulto. El Consejo finalizó sobre la una y media de la tarde. Al salir, el presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux según costumbre, facilitó a la prensa la referencia verbal de los acuerdos. Sobre el indulto indicó a los periodistas que el Gobierno ya había tomado un acuerdo y que por la noche daría cuenta de la resolución. Los periodistas le recomendaron al padre del sargento Vázquez que se desplazara a Oviedo junto a su hijo, que ellos le telegrafiarían en cuanto tuvieran alguna noticia. A las nueve de la mañana del 1 de febrero de 1935 se llevo a cabo la ejecución. En la madrugada de su ejecución escribió una carta dirigida al pueblo de Ceuta: "Oviedo, 31 de enero 1935. Señor alcalde de Ceuta, con gran sentimiento pongo estas letras para que en mi nombre de las gracias al pueblo de Ceuta mi pueblo natal, al que nunca le olvidado, ni olvidaré, desde el sitio que el Gobierno de la Republica me designe. Esta carta se la pongo a las cuatro de la mañana, últimas horas de mi vida, pues a las nueve de la mañana seré fusilado. Le saluda cariñosamente Diego Vázquez.
El redactor del diario Tierra, Ignacio Barrado, explica como se vivieron esos momentos en Ceuta: "En España entera se extendió la noticia con la rapidez de las grandes catástrofes. En todos sitios la indignación se manifestó espontánea. Pero donde culmino fue en Ceuta. Ayer quedó paralizada la vida de la ciudad. La gente carninaza consternada, en los cafés, círculos y casas particulares toda conversación Con la llegada del padre, Miguel Vázquez se repitió en Ceuta la unanirne manifestación de duelo. No se recuerda recibimiento más emocionante que el dispensado a los doloridos viajeros. El puerto se encontraba repleto por millares de personas de todos los sectores políticos y representación de la industria y el comercio. La atribulada familia fue acompañada hasta su domicilio, en la calle Machado, en actitud de silencio".