EDITOR

EDITOR

domingo, 4 de septiembre de 2016

Breve historia de la Historia Íberos, griegos y romanos Por Antonio Jiménez

Breve historia de la Historia Íberos, griegos y romanos Por Antonio Jiménez Aunque los fenicios no están en el encabezamiento de este artículo, hay que mencionarlos ya que llegaron a la Península Ibérica antes que los griegos y, que juntos con estos y otros pueblos, invadieron el reino de Tartessos, aprovechándose de la buena fe de su rey Argantonio. Así, según la Historia, los fenicios llegaron a la península sobre el siglo IX a.C. , y los griegos sobre el siglo VI a.C. Guerreros íberos, después de ser “bautizados” íberos por los griegos Por aquel entonces, en la península vivían unos habitantes que en realidad no sabemos como se llamaban, ya que algunos historiadores dicen que vinieron de alguna parte de Europa, y otros que vinieron del norte de África. Nave griega, de los “listos” de los griegos El caso es, que los griegos llegaron a la península, le pusieron el nombre de Iberia, y a sus habitantes les llamaron íberos, para diferenciarlos de los habitantes del interior. Los griegos, que eran muy “listos”, llamaron íberos a los habitantes del Este y Sur de la actual España. Hay que tener en cuenta, que los griegos llamaban “íberos” a los últimos pueblos conocidos; o sea, que era una denominación geográfica y no étnica. Eso quiere decir, que los griegos también llamaban “íberos” a los pueblos de las costas orientales del Mediterráneo. Así los “listos” de los griegos dieron una vuelta de “rueda” (de tuerca no, por que en esa época creo que aún no estaba inventada) y para diferenciarlos aún más, los catalogaron según la zona de la península. Así que, llamaron íberos “túrdulos” y “turdetanos” a los del valle del Guadalquivir, herederos de Tartessos; “bastetanos”, “oretanos”, “mastienos” y “deitanos”, de la zona que va desde Cádiz a Valencia; “contestanos” y “edetanos” por la zona de Castellón; y en Cataluña los “sedetanos”, “suesetanos”, “layetanos” y “cosetanos” (entre otros). Así, para explicarlo de forma distendida, ocurrió de la siguiente manera: Los griegos llegan a lo que hoy conocemos como la península Iberica, y les dice a los que viven en la costa: -Vosotros os llamaréis “íberos Cosetanos”, por que sois de la zona de Tarragona. -Oiga, que yo soy de Cunit –responde un íbero. -Nada, nada. Tú eres “cosetano”, si lo sabré yo, que soy griego…y tú –dirigiéndose a otro habitante de la costa-. Te llamarás “íbero Layetano”. -Oiga, que yo soy de la Barceloneta –responde el otro habitante. -De eso nada –responde el griego-, tú eres “Layetano” y no se hable más. Ya he dicho que no ocurrió así, pero tampoco tiene mucha importancia. Por aquel entonces no existían muchas de las ciudades que hoy día conocemos. Por ejemplo Barcelona, que en tiempos de los griegos parece ser que era un asentamiento de pescadores íberos, o Tarragona, que también se dice que era un asentamiento íbero y que tenía por nombre Kesse o Cissis. Como pasa en todo lo relacionado sobre la Historia, y al no haber mucha información al respecto, cada historiador cree saber la verdad y cuenta “su” Historia. Vía Augusta Luego llegaron los romanos, allá por 218 a. C. y les dijeron a los “íberos”: “A partir de ahora ya no os llamaréis “íberos”, os llamaréis “hispanos”, y la península se llamará “Hispania”. -Pero, oiga –contesta un íbero-, yo soy un íbero “cosetano”, igual que mi padre y mi abuelo. -Nada, nada –contesta el romano-, vosotros seréis hispanos…además, a ésta aldea la vamos a convertir en una gran ciudad; se llamará “Tarraco”, y será la capital de media Hispania. Y a ti –se dirige a otro íbero-, ya no serás un íbero “layetano”; ahora eres hispano, y en esta aldea fundaremos una ciudad que se llamará “Barcino”. -Pero, oiga, toda mi familia han sido layetanos. - Ni hablar –dice el romano-, todos sois hispanos a partir de este momento…además, haremos muchas obras; construiremos puentes, acueductos y monumentos que durarán siglos…sin olvidarnos de la Vía Augusta, que enlazará Cádiz con Roma, pasando por otra vía que construiremos en territorio galo. Aparte de todo esto, cambiaremos los nombres de los pueblos que pusieron los griegos por nombres romanos -¿Y qué ganamos con llamarnos hispanos en vez de íberos? –pregunta el infortunado íbero. -Pues ganáis que seréis súbditos de Roma. Bueno, se acabó la charla, que tenéis que sembrar el trigo y recoger las aceitunas para hacer el aceite que luego nos llevaremos para Roma…y si no estáis de acuerdo, podéis reclamar al Emperador romano. Con este pequeño artículo, quiero explicar de forma distendida, que la “Historia” es muy complicada, y que los que invadían los territorios cambiaban todo, incluido nombres y razas. Con el paso de los siglos, la península Ibérica, que así fue bautizada por los griegos, y que no sabemos si anteriormente tenía otro nombre, pasó a llamarse Hispania por los romanos y, a través del tiempo el nombre derivó en lo que hoy conocemos como España. Antonio Jiménez 2016