EDITOR

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domingo, 17 de septiembre de 2017

Empieza por la caballa y termina con la breva

Ceuta. La ciudad de los cuatro mundos
A los ceutíes se les conoce también como caballas




los ceutíes se les conoce también como caballas. Ellos bromean contando que es porque les gusta comer pescadito frito y caballas de aperitivo. Pero quizá sea más la proximidad de sus vecinos andaluces la que les haya traído tan buena costumbre. El aperitivo se basa en vinos jerezanos o malagueños, cervezas, mariscos y pescado frito, pinchos morunos… Como muestra, El Pescadito Frito (Antioco, 1), céntrico, y el Bar Benito (barriada de San Amaro), con fabulosos mariscos y los pescados a la plancha o fritos. Pero aquí es casi un deber irse también de dulces. Es una delicia probar el pastel de moka (0,80 €) o la breva –relleno de cabello de ángel– de la pastelería La Campana (Real, 13); las saritas –de almendra y bizcocho– y las calatravas –de flan y bizcocho– (0,90 €) de El Vicentino (Alférez Bayton, 3); o las milhojas (0,80 €) de La Africana (Real, 56).
Una vuelta por el mercado
Aunque no tienen una arquitectura espectacular, merece la pena conocer los mercados ceutíes para llevarte algún recuerdo gastronómico. Hay dos, el Mercado de Hadú, en la barriada del mismo nombre, y el Mercado Central de Abastos, en la plaza de la Constitución. Lo que más llama la atención es la mezcla de olores, indescriptible. Y las pescaderías, con los peces saltando en el hielo. Hay meros, salmonetes, pez espada, que aquí llaman aguja palá, el bonito, el pez limón, boquerones y sardinas, caballas, voraz, abadejo y mariscos de toda clase, sobre todo langostas, langostinos, gambas, cigalas y centollas. Y en muchas los venden con el adobo especial ceutí. Párate en los puestos de especias: árabes, indias y andaluzas. Y compra también un paquete de almendras, saben diferentes.

Textos: Concha Barón
Foto: Ricardo De la Riva