Seguidamente aparecían núcleos de cañaverales y huertas. De no muy lejos llegaba el aroma de Quitzan, la tierra que da las naranjas más dulces del país, mezcla de canela y azúcar. Por un primer paso a nivel se salvaba la carretera del Río Martín, y luego la llamada Puerta de la Reina. Primera parada obligatoria en Malalien, y luego, a la izquierda del aeródromo, comenzaba a verse la brillante línea del mar. La siguiente estación era la de Rincón del Medik, un poblado de mil habitantes, rico en pesca y agricultura, donde el tren se detenía un buen rato. Allí subía y bajaba una gente heterogénea, se acopiaban mercancías y se hacinaban cajas de pescado: chernas, besugos, sardinas, meros y otras capturas, que servían para abastecer los mercados centrales.
Aprovechando las facilidades que ofrece la llanura costera, el ferrocarril seguía su camino entre matorrales y erectas palmeras, siempre bajo el yodado perfume del mar. Se atravesaban zonas pantanosas y eran frecuentes los apeaderos para que los indígenas pudieran hacer uso de los coches. Nueva parada en Dar Riffien, acuartelamiento de la Legión Extranjera.
Después, Castillejos, punta pedregosa de la costa y nombre evocador de las hazañas del general Prim. A poca distancia, la frontera, donde, por cierto, el paso del convoy era libre y sin sujetarse a ninguna formalidad aduanera. Así se llegaba a Ceuta, casi a la altura del puerto. La estación terminal era de factura análoga a la de Tetuán».
Las estaciones del recorrido, con sus correspondientes puntos kilométricos, eran las siguientes:
Muelle: 0,0
Ceuta: 0,5
Miramar: 2,9
Castillejos: 8,0
Dar Riffien: 11,1
Negro: 13,8
Rincón del Medik: 24,9
Malalien: 38,1
Tetuán: 41,0
FUENTE: ARRAKIS.ES