Descubre los encantos de Ceuta

Nadie que ame la convivencia de culturas podrá resistirse a los encantos de Ceuta. Y nadie que dedique al menos unas horas a fundirse con sus gentes en sus calles y plazas, bares y mercados, podrá dejar de reconocer que es absolutamente cierto lo que quizá ya le habían explicado: que Ceuta se siente muy europea. Por su situación geográfica, esta ciudad es la pequeña puerta de Europa en África, el lugar más al noroeste en el que se aproximan los dos continentes, y también en el que se unen el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, que bañan ambos costas europeas y africanas. Pero esta tierra atesora historia, creencias religiosas, tradiciones, gastronomía, monumentos y una vida cotidiana que hace que sus aproximadamente 75.000 habitantes se sientan ceutíes, españoles y europeos y, además, cristianos o musulmanes, o también hebreos o hindúes. Y así viven, en feliz y rica armonía. Llegar aquí por tierra o por mar desde la Península, como si fuese una isla, nos prepara ya para apasionarnos con esta ciudad a la que también le viene muy bien el adjetivo de insólita. En escasos 19 km2 de territorio, y ciñéndose sólo a la arquitectura, todo se combina: murallas reales renacentistas, catedral y santuario, mezquitas, sinagoga y oratorio hinduista, fortalezas defensivas y miradores con vistas espectaculares. Y el Parque Marítimo del Mediterráneo, el ocio en la forma que lo entendía y diseñaba el artista y arquitecto canario César Manrique.Aromas árabes y ambiente andaluz: Ceuta es mucho. Puedes llegar en helicóptero, bañarte en aguas del Mediterráneo o el Atlántico, probar sus pescados y pasear entre murallas.
Las vistas más hermosas
Ceuta es una ciudad bella, y lo es más si subes a contemplarla desde las alturas, desde los miradores que hay tanto en la Fortaleza del Monte Hacho como en la subida de García Aldave, donde está el Mirador de Isabel II, y que te permitirán ver la ciudad hacia la zona de sus playas o hacia la zona de la estación marítima y el puerto deportivo. Asómbrate, relájate y disfruta con el paisaje de los dos mares y de la ciudad. Hazlo de día y también de noche: la iluminación nocturna es estupenda. Pero tanto si subes antes como después de visitar la ciudad, ya comprobarás que hay que darse prisa. No pierdas ni un minuto, porque aquí hay mucho que conocer, oler, comer, beber, practicar o, incluso, meditar.Una visita imprescindible es a la Catedral de Santa María de la Asunción para admirar su retablo barroco y su Museo Catedralicio. Destacan tanto las dos torres de su fachada que las verás desde muchos sitios, incluso tumbado en las dos playas más céntricas: la playa de La Ribera –al otro lado de la misma avenida donde está la catedral– y la playa del Chorrillo.
Textos: Concha Barón
Foto: Ricardo De la Riva..fuente: deviajes.com