Todos estos personajes del siglo XVIII hicieron lo mismo que he estoy haciendo yo hoy: pasear por los caminos del Hacho en busca de tranquilidad y saludable reencuentro con la naturaleza. No sabemos si uno o varios de quienes frecuentaban la fuente ejercieron sus dotes artísticas marcando o dibujando los barcos que se divisaban desde este elevado punto.


Han pasado casi doscientas cincuenta años desde aquel día de verano de 1769 en el que Luis cogió su pequeña navaja o cuchillo, -una vez saciada la sed en la fuente-, para marcar de manera indeleble la pared de la fuente. En aquellos días gobernaba la ciudad el Teniente General D. Francisco Tineo, Marqués de Casa Tremañes. Según narra José A. Marquez de Prado en su “Historia de Ceuta” (1859), “la mendicidad vergonzante pululaba dentro de los muros de Ceuta”. Una ciudad “triste y lánguida” que aún seguía soportando estoicamente los frecuentes ataques de tropas musulmanas. A bueno seguro que Luis y el resto de personas, cuyo recuerdo ha quedado impreso en la fuente de María Aguda, encontraron en los caminos del Hacho un espacio en el que huir de tanta miseria y tristeza.

Mucho ha cambiado el Hacho desde los tiempos de Luis, Carlos y el Sr. Villanueva. Los caminos originales del Monte Hacho han desaparecido o han quedado inutilizados. En la actualidad una carretera asfaltada rodeada este mítico promontorio. Una carretera que ha cortado la comunicación con la batería de Punta Almina, a la que estoy seguro se asomaban los caminantes del siglo XVIII para disfrutar de unas bellas panorámicas del Estrecho.

La fuente hace ya largo tiempo que no tiene agua. Donde antes se contenía el agua, ahora se acumulan hojarascas y basura. La sucia mano del hombre actual se hace patente con la presencia de botellas, papeles, latas y plásticos. La rabia y la indignación ante la falta de sensibilidad me anima a retirar algunos de estos residuos. Pienso en lo extraordinario que sería recuperar este lugar para las personas que aún disfrutan de un agradable paseo por el Monte Hacho. Constituiría un homenaje a aquellos caballeros y damas que nos antecedieron en el amor a la naturaleza.