
Ese gran mar estaba personificado en Okeanós, dios del mar, hijo de Urano y Gea, y marido de Tetis, la madre de Aquiles.
Los romanos lo llamaron Oceanus y los clásicos latinos denominaron Mare Oceanum al Atlántico. La palabra océano fue empleada por primera vez en las letras castellanas en Laberinto (1444), de J. de Mena, pero ya era utilizada desde el siglo XII, como ocean en inglés y océan en francés.
El siguiente trecho de Góngora pertenece a Las firmezas de Isabel (1594).
Las ondas del océano a las firmes rocas hoy tratarán como a navíos, antes que paso te dé. No muevas, Camilo, el pie, que moveré los pies míos adonde el robusto escita, la aljaba pendiente al hombro, a las fieras es asombro de las montañas que habita