Tras la conquista del territorio por Enrique el Navegante en 1415, la ciudad se convirtió en un paraíso para los corsarios portugueses. Contaban con el permiso de las autoridades para atacar cualquier barco de naciones consideradas como enemigas que, en este tiempo, eran fundamentalmente los reinos de la Granada musulmana.
Persisten hoy días, construcciones de la época que evocan su pasado pirata, como el castillo del Desnarigado, convertido hoy día en un interesante museo.