ARTICULO DE HOY

Estafadores célebres en el penal del Hacho


Escrito por Francisco Sánchez Montoya

Sus golpes los dirigían casi siempre contra entidades bancarias, comerciantes u otras personas acaudalas, y para realizar algunas de sus estafas habían estado durante cinco o seis años desarrollando un complicado plan.
En este diario también nuestro autor nos relata los estafadores que existían en las galeras del Hacho, entre 1895 y 1898... "Había en el presidio un buen número de forzados que ejercían en plena galera el oficio de estafadores. Estos estafadores se dividían en dos clases bien definidas. A la primera pertenecían los que, poseyendo verdadera experiencia en la profesión, habían logrado grandes triunfos profesionales, que les habían valido fama y dinero, los de esta clase eran amigos de los jefes del departamento, quienes les otorgaban todo género de consideraciones y libertades. Tenían ancho puesto en la galera, no comían rancho porque tenían dinero y se hacían servir por criados. Tales sujetos unían generalmente a la cualidad de estafadores, la de "pinchos", se ocupaban constantemente en combinar estafas, y sus despachos se semejaban al de un abogado. No existían país ni ciudad importante donde no tuvieran un agente a sus ordenes, entendido en la materia, que proporcionaba los datos y ejecutaba los planes del jefe en galeras…""… Sus golpes los dirigían casi siempre contra entidades bancarias, comerciantes u otras personas acaudalas, y para realizar algunas de sus estafas habían estado durante cinco o seis años desarrollando un complicado plan, en el que actuaban agentes de distintos países, casas de comercio imaginarias, banqueros en viaje de uno a otro continente, etc. Cuando les fracasaba un plan de estafa y las autoridades tenían conocimiento del delito, no tenían escrúpulo en confesar de plano para darse la importancia de que se conociera su talento profesional. En cada caso descubierto les sumaban unos cuantos años más a su causa, lo que les importaba tanto como al mar el caudal de los ríos. Los de esta clase vivían también de las estafas que hacían los de la inferior, a quienes esquilmaban. La clase inferior estaba formada por los estafadores principiantes, y por los que, siendo ya profesionales, carecían de valor personal, es decir, no eran pinchos, y cuando les cuajaba una combinación y recibían el dinero estafado, tenían que repartirlo entre los de la primeras categoría…" "… Supimos en el Hacho de una estafa en la que fué envuelto un banquero alemán, en que jugaron papel principal un fingido noble español y una joven encantadora que pasaba por hermana suya. En Alemania, durante los tres años que duró la preparación científica, si cabe la frase, del célebre timo, los dos personajes frecuentaron los salones de la mejor sociedad de aquel rico país, siempre bajo la dirección estricta del jefe, que desde el presidio del Hacho manejaba todos los hilos de la combinación. Cuando el banquero cayó en el lazo y entrego la importante suma, sobrevino la repartición y con ella una fatal imprudencia. Un agente giró sobre Ceuta en valores declarados, a nombre de un agente que era insolvente. El administrador de correos de Algeciras conocía a la persona receptora y dió cuenta al Juez de sus sospechas, siendo todo descubierto y resultando un proceso sumamente interesante en que se conoció la historia completa del celebre timo." "… Nosotros vimos en plena galera del Hacho al celebre estafador, que era de apellido Franco, lamentándose de la torpeza de su agente que había echado por tierra sus esperanzas de riqueza como premio a sus afanes de tres años de esfuerzo profesional. Y Nos parece oportuno decir aquí en este diario, que estos estafadores escriben, por ejemplo, unas mil cartas al mes, y se conforman con que una de ellas les proporcione un incauto a quien estafar. Cuba, país legendario por su bandolerismo, ha sido siempre campo fecundo para los planes de los estafadores de Ceuta, por existir la creencia de que España confinaba en Ceuta a los sentenciados por bandolerismo. conocemos en Cuba a muchas personas que han recibido cartas de Ceuta en que han tratado de timarlas, y algunos estafadores del Hacho nos contaban historias de estafas que habían realizado en Cuba por medio de hábiles agentes que tenían en La Habana. En la prensa diaria de este primeros de siglo XX leemos con cierta frecuencia noticias de personas que se dejan timar por el timo del "portamonedas", el de la "guitarra" y hay incautos que ante la halagadora perspectiva de una inmensa fortuna sacada de debajo de una piedra en medio de un monte cercano, remiten al que les proporciona beneficio tan sorprendente, la cantidad en que les venden el secreto del derrotero"."… También había en el Hacho monederos falsos, un día estaba yo leyendo un tratado de galvanoplastia que me había prestado un presidiario llamado Librado Bolaños Villaseñor, de nacionalidad mejicana, y doctor en Cirugía Dental, que había sido condenado en Cuba a diecisiete años de presidio, cuando se me acercó un presidiario español conocido por "El Frances", que tenía fama de hombre cultísimo, quien después de ver el libro, se lo llevó prestado por su dueño. Algunos días después, entre el más asombro y temor, fui conducido a la Ayudantía con todas mis pertenencias. Allí estaba también el presidiario español y el mejicano, sufriendo un municioso registro. Después de registrarme escrupulosamente me interrogaron por el origen del libro y lo mismo hicieron con bolaños. Este explicó que a su profesión convenían conocimientos de galvano plastia, y por eso poseía en propiedad el tratado que inocentemente había prestado al otro presidiario, a quien habían ocupado todos los instrumentos necesarios para hacer monedas falsas, por lo que le siguieron la causa correspondiente. Pero a Librado y a mi nos dejaron libres para volver a nuestras galeras, después de una terrible reconvención, injusta a todas luces…"
El taró y los cubanos
"… Por la mañana, a la misma salida del sol, ya estábamos en la rocosa orilla del mar, porque allí no había playa, entre un cordón de soldados, que por el lado del mar iban en botes, tomábamos un baño de diez minutos, y después poníamos sobre las húmedas carnes el tosco uniforme de presidiario, impregnado de sudor y churre, porque, como no daban nada que unió para todo el año, no se podía lavar entre semana. Después del baño no se conducían al lugar se del trabajo, para continuar la misma tarea al día siguiente. Una mañana mientras tomábamos el baño confiado en mi agilidad en el ejercicio de la natación, salvé con rapidez la distancia que separaba de la costa una peña aislada. De regreso para la orilla sufrí tal sincope, que mis miembros se paralizaron por completo y cuando recobré el conocimiento estaba en los brazos de algunos compañeros que me conducían al hacho, entre las imprecaciones del capataz de la sección de carros en que todos trabajábamos, de seguir en el servicio que le estaba encomendado porque se veía privado, a causa del accidente…" "Pero tan pronto notó que yo podía caminar por mis piernas, sin tener en cuenta el estado anormal de mi organismo, ordenó marchar rápida hacia el lugar del trabajo, donde, como todos los días, tuve que tirar del carro y rendir mi tarea ordinaria. Los cambios bruscos de temperatura producían muchas fiebres entre los prisioneros cubanos, fiebres Cllar parecían de aclimatación. Debido a las grandes evaporaciones del mediterráneo la neblina es en Ceuta muy densa y perenne. Con frecuencia amanecía la montaña del Hacho en vuelta por una neblina tan espesa, que impedía la vista de los objetos situados a corta distancia. La humedad llegaba a los huesos, y a veces, según el estado de enfriamiento de las capas inferiores de la atmosfera llegaban a empaparse las ropas. Mucha veces, al salir por la mañana para el trabajo, dejábamos el hacho libre de la neblina, para sumergirnos en ella un centenar d metros más abajo, a donde llegaba como inmenso mar de espuma que, con contornos perfectamente definidos en línea horizontal como el nivel de las aguas, llenaba la imponente hondonada, y cubría las montañas distantes hasta cerca de sus cúspides. En vuelos en aquella espesa bruma, calados hasta los huesos, trabajábamos sin descanso en semioscuridad, hasta las nueve o las diez de la mañana, hora en que el sol. Calentando el aire, disipaba la niebla y daba origen a fuertes corrientes atmosféricas en extremo molestas…"
Emilio Sabourín, Líder cubano en el Hacho
En las páginas de este diario escrito por el independentista cubano Pablo de la Concepción, se destaca la vida de un líder de la Isla que tras ser deportado a Ceuta falleció en el hospital Real de la Plaza de los Reyes, se trata de Emilio Sabourín, sus restos fueron trasladados a Cuba en 1901. Recordemos que el autor de este diario era sargento del Quinto Cuerpo del Ejercito Libertador, y lo definió como hojas escritas en la soledad de su encierro en la fortaleza del monte Hacho, comenzando este diario con unas líneas de propósitos: "… El verdadero objeto de este diario no es otro que dar a conocer al Pueblo cubano los sufrimientos experimentados por los prisioneros de guerra y deportados por medida gubernativa, que el Gobierno de España nos recluyó en Ceuta durante la Guerra de Independencia. Muy lejos de nuestro ánimo está la idea de despertar odios entre cubanos y los que combatieron y odiaron su libertad por cuya razón, suplicamos al que nos honre leyendo este diario, que juzgue los tristes sucesos que en él se relatan, como la consecuencia natural de la tempestad de pasiones que la guerra desató sobre la Isla…"Dejemos que la pluma del autor de este diario nos relate en este nuevo capitulo dominical, vida del líder cubano Emilio Sabourín: "… La tuberculosis, ese terrible azote de la humanidad, fué la enfermedad que más estragos hizo entre los prisioneros cubanos, estimulada por el hambre y la falta de higiene. Fueron cincuenta y cuatro los desgraciados que dejaron allí sus huesos, entre ellos el queridísimo compañero Emilio Sabourín, el inolvidable jefe de aquel puñado de obreros, que con exposición de sus vidas sacaban de la pirotecnia militar las municiones que fabricaban los españoles y servían para sostener en la manigua el estado de guerra contra España. La delación infame los hicieron sus victimas y dieron con sus huesos en el presidio de Ceuta. Antonio Capablanca era uno de ellos. Este querido compañero, que murió hace algunos años siendo Mayordomo del Presidio nacional de Cuba, pasó su prisión batido por terrible enfermedad, en un lecho del hospital de Ceuta, de donde lo levantó la libertad". "… La caridad de sus compañeros dió en Ceuta una tumba propia a Emilio Sabourín, cuyos restos fueron traídos a Cuba en 1901, por una comisión costeada por ellos. Los otros cincuenta y tres no tuvieron esa suerte, y sus restos fueron a la fosa común no obstante el nimbo de gloria que circundaba sus fuentes. ¡Contrastes del destino! Todos los veranos hacia su aparición la terrible peste de la viruela y perecían los variolosos a centenares, en un lazareto de pésimas condiciones. Ninguna medida sanitaria se tomaba en las galeras para evitar la propagación de la enfermedad, excepción hecha del baño de mar a que forzadamente nos obligaban. En la misa camilla en que se conducían los variolosos al lazareto se llevaban al hospital a los demás enfermos, y por todos concentos era asombroso el abandono de los principios sanitarios, pareciendo como que aquí en Ceuta, ignoraban hasta las más rudimentarias nociones de salubridad pública, o era que interesaba que se murieran los presidiarios a montones… "