Además de las 17 comunidades autónomas, España cuenta con dos ciudades autónomas: Ceuta y Melilla. Estos exclaves son los únicos territorios de la Unión Europea en suelo africano y se encuentran a una distancia de 14 y 130 kilómetros respectivamente de la Península Ibérica.
Ambas están bajo soberanía española desde hace siglos, pero en el caso de Ceuta bien pudo ser diferente y no habría sido sorprendente que hoy perteneciera a Portugal.
Para conocer los orígenes de esta historia hay que viajar hasta el siglo XV. Ceuta era un enclave pequeño, pero muy importante estratégicamente, situado en la orilla africana del estrecho de Gibraltar. Por aquel entonces el territorio estaba ocupado por los musulmanes, que además mantenían su dominio sobre Granada.
En Portugal gobernaba el rey Juan I, que unas décadas antes había conseguido poner fin a las pretensiones castellanas de apoderarse del reino luso y que buscaba posibles territorios a los que expandirse. Así, fijó su atención en Ceuta, cuya conquista permitiría controlar el paso del estrecho. 20.000 soldados y 200 barcos salieron de las costas portuguesas el 21 de agosto de 1415 rumbo a la ciudad localizada en el norte africano.
La conquista fue rápida y esa misma noche ya tomaron el castillo, tras la huida de los musulmanes. Durante prácticamente dos siglos Portugal ejerció su dominio sobre Ceuta, pero una crisis sucesoria en la corona portuguesa iba a terminar poniendo en bandeja el territorio para España.
La muerte sin descendientes del Sebastián I de Portugal provocó que el monarca español Felipe II (nieto del rey portugués por vía materna) terminara siendo reconocido como soberano luso. La unión de estos dos reinos también fue la de sus imperios, ya que en ese momento España y Portugal controlaban enormes posesiones en todo el mundo (el continente americano, Filipinas, grandes núcleos africanos como Angola o Mozambique, o islas del sudeste asiático como Macao).
Ceuta no fue una excepción y también pasó a estar bajo el dominio español, algo que ya nunca abandonaría en los siguientes siglos. La unión entre España y Portugal duró 60 años y aunque las primeras décadas fueron beneficiosas para ambos, pronto empezaron las disputas.
Los españoles se vieron inmersos en varias guerras que perjudicaron a los portugueses y se produjeron varias revueltas que mostraron el descontento popular. El punto de inflexión fue en 1640. España estaba en guerra con Francia y además tenía que hacer frente a sublevaciones en Cataluña y Portugal. En el mes de diciembre, Juan IV (nieto de Catalina de Portugal y duque de Braganza) fue proclamado rey portugués.
En las siguientes tres décadas España intentó recuperar el territorio, pero las batallas de Elvas (1659) y Villaviciosa (1665) dictaron sentencia y los portugueses lograron mantener su independencia, hasta que en 1668 se firmaba un acuerdo de paz entre ambos en el que los españoles reconocían la soberanía de Portugal.
Pero, ¿qué pasó con Ceuta? Pues que la ciudad se mantuvo fiel a España en estos años de conflicto. En 1640 el territorio decidió no reconocer como rey a Juan IV y permanecer bajo los dominios españoles, una posición que no cambió en las siguientes décadas.
El Tratado de Lisboa de 1668 que puso fin al litigio reconocía expresamente que la soberanía de Ceuta pasaba a ser de España, aunque los ceutíes iban a mantener en su bandera los mismos colores que la de la capital lusa.
En este sentido, la decisión de España es inamovible y está respaldada por el derecho internacional. Naciones Unidas no incluye a ninguno de las dos como territorios pendientes de descolonización y se establece que ambos han pertenecido a España de manera ininterrumpida desde siglos antes de que Marruecos existiera como entidad política.
Ceuta cuenta hoy en día con aproximadamente 85.000 habitantes que se concentran en una superficie de 18,5 kilómetros cuadrados. El puerto sigue teniendo un papel muy importante en el paso del estrecho y como vía de comunicación entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo.
La Constitución de 1978 reconoce su derecho a constituirse en comunidad autónoma y en 1995 se promulgó el estatuto de autonomía de la ciudad, alcanzando, al igual que Melilla, el estatus de ciudad autónoma, aunque en los últimos años cada vez hay más voces que defienden la integración de ambos enclaves dentro de Andalucía.