
Era de estilo árabe tetuaní, con cuatro torres a modo de alminares. Disponía de una amplia superficie de terrenos anexos que se extendían desde los Jardines de la Argentina hasta los actuales pabellones de la Junta de Obras del Puerto.
Se construyó en dos años y contaba con almacenes de explotación y talleres de la línea, así como muelles destinados al embarque de vehículos, mercancías y ganado, con sus correspondientes rampas al efecto.
En el interior, sus patios centrales, servían de intercomunicación entre las distintas dependencias y servicios, mientras que los andenes cubiertos en forma de galería de arcos árabes, imprimían un sello de originalidad al edificio.
Ignacio Alcaraz nos ofrece una detallada descripción del trazado del ferrocarril, realizando un hipotético viaje entre Tetuán y Ceuta: «El trayecto, de unos cuarenta kilómetros, era digno de ser contado.
Tetuán, que se halla recostada sobre una blanda ladera del monte Dersa, iba quedando a la izquierda, separada de la vía por un paseo de circunvalación. El acceso a la estación también quedaba a la vista, con los jardines del cónsul Cajigas al fondo y las casa colgantes de la Luneta, calle corazón de la ciudad.
Seguidamente aparecían núcleos de cañaverales y huertas. De no muy lejos llegaba el aroma de Quitzan, la tierra que da las naranjas más dulces del país, mezcla de canela y azúcar.
Por un primer paso a nivel se salvaba la carretera del Río Martín, y luego la llamada Puerta de la Reina. Primera parada obligatoria en Malalien, y luego, a la izquierda del aeródromo, comenzaba a verse la brillante línea del mar. La siguiente estación era la de Rincón del Medik, un poblado de mil habitantes, rico en pesca y agricultura, donde el tren se detenía un buen rato.
Allí subía y bajaba una gente heterogénea, se acopiaban mercancías y se hacinaban cajas de pescado: chernas, besugos, sardinas, meros y otras capturas, que servían para abastecer los mercados centrales.
Aprovechando las facilidades que ofrece la llanura costera, el ferrocarril seguía su camino entre matorrales y erectas palmeras, siempre bajo el yodado perfume del mar. Se atravesaban zonas pantanosas y eran frecuentes los apeaderos para que los indígenas pudieran hacer uso de los coches. Nueva parada en Dar Riffien, acuartelamiento de la Legión Extranjera.
Después, Castillejos, punta pedregosa de la costa y nombre evocador de las hazañas del general Prim. A poca distancia, la frontera, donde, por cierto, el paso del convoy era libre y sin sujetarse a ninguna formalidad aduanera. Así se llegaba a Ceuta, casi a la altura del puerto. La estación terminal era de factura análoga a la de Tetuán».
Las estaciones del recorrido, con sus correspondientes puntos kilométricos, eran las siguientes: Muelle: 0,0 Ceuta: 0,5 Miramar: 2,9 Castillejos: 8,0 Dar Riffien: 11,1 Negro: 13,8 Rincón del Medik: 24,9 Malalien: 38,1 Tetuán: 41,0 ....
Por Nostalgico en elforo de salitre