ARTICULO DE HOY

LA FORJA DE UN REBELDE de arturo barea......ceuta y sus 7 montes

POR: CCS
Esta estupenda serie de TVE comparable con “Cañas y Barro, Fortunata y Jacinta.Los gozos y las sombras, etc...” cuenta la historia de la guerra de Marruecos y la guerra civil en primera persona del autor, por lo tanto nuestra ciudad, ceuta, esta presente en este relato histórico que deberían  conocer para comprender de primera mano el pasado de ceuta y alrededores.
En esta serie participaron algunos caballas


La forja de un rebelde es una trilogía compuesta por La forja, La ruta y La llama, que narran respectivamente la infancia y primera juventud del autor en el Madrid de principios de siglo; sus primeros pinitos literarios y experiencias en la guerra de Marruecos, y por último la Guerra Civil española. En esta ocasión se nos presentan las tres novelas unidas en un sólo volumen, algo de particular valor ya que esta trilogía es sin duda una de las principales obras literarias y documentales escritas en español durante el siglo XX, no muy pródigo en grandes obras. La literatura de Barea roza lo sublime y ha sido inspiración (por desgracia no reconocida) de autores posteriores que, una vez el lector lee esta obra, comprende que son sólo pálidos imitadores de su prosa.

CEUTA, SEPTEM FRATES, SIETE HERMANOS, SIETE COLINAS....CEUTA Y SUS 7 MONTES


 Publicado el  por centineladeceuta.......https://septemfrates.wordpress.com/

Ceuta, fue Romana antes que Española. Yacimientos y referencias varias hacen de nuestra Ciudad un lugar especial y muy atractivo para el estudio de esta gran civilización que fue Roma. Hay indicaciones y factores que hacen de Ceuta una ciudad especial en época Romana, sobre todo durante el periodo Alto Imperial, siglos II y III d.C. Aunque también se abarcan datos y alusiones en referencia a la época republicana y al Bajo Imperio Romano.
El nombre Romano dado a Ceuta, en ausencia de otras fuentes, lapidarias o monetarias, viene dado sobre todo por fuentes literarias y de tránsitos viajeros y marítimos.
[…] tenemos unas montañas que son altas, que se concatenan entre sí
como si hubieran sido fabricadas en orden, por su número se les llama
Septem y por su semejanza Frates.
Pomponius Mela (Siglo I d.C.)
Autores clásicos recurren a un topónimo repetido, que es Septem Frates, «los siete hermanos», en alusión a siete colinas de parecido tamaño, que se observaban en dicha época referida y que conformaban la vista de Ceuta desde la costa.
El grabado de Dornellas del siglo XVI describe a estas siete colinas perfectamente. Existen también obras en griego donde se hace mención a los «Hepta Adelphoi» cuya traducción al Latín clásico nos lo transforma en Septem Frates.
Es de resaltar la coincidencia que Ceuta tiene con Roma, aunque sea por su carácter geográfico en la orografía del terreno, pues a Roma también se la conoce como la ciudad de las siete colinas.
Este nuevo espacio de encuentro para todos los quedisfruten de la Roma clásica, inicia hoy su andadura, que espero sea fructífero y gratificante para mí y para todos los que participen. El título del blog, que hace referencia a mi querida Ciudad, donde nací y donde vivo en la actualidad, no va a significar que se dedique en exclusiva mi trabajo a la relación que tuvo Ceuta con Roma, que lo haré, pero que formará parte de una categoría más en el contenido global de este blog.
La esencia y prioridad para este nuevo lugar que hoy se estrena será Roma, su civilización y su historia desde los orígenes hasta la caída del Imperio. Mi intención, con un trabajo arduo de documentación y estudio que me espera, será la de ser escrupuloso y fiel con la civilización más determinante en la Historia de la humanidad.
Espero, también deseoso, vuestra participación y ayuda a hacer de este lugar un punto de encuentro para todos los que nos seduce y atrae de una manera creciente e irremediable todo lo concerniente a ROMA.

MUJERES REPUBLICANAS EN CEUTA .....ceuta y sus 7 montes

 

MUJERES REPUBLICANAS EN CEUTA (1931-1939): DE LA VISIBILIDAD A LA CÁRCEL, LA TUMBA Y EL EXILIO.


                                                            Autor del Documento: Eloy Martín Corrales

¿Qué significó para la mujer el breve período republicano? No parece que la visibilidad de la mujer en el ámbito público ceutí fuera algo a destacar en el período anterior a la proclamación de la República. En cambio, es indudable la creciente visibilidad de la mujer en los actos de izado de la bandera republicana, en los actividades y homenajes organizados por las fuerzas de izquierda, en las filas de la militancia republicana, socialista, anarquista y comunista. Las jóvenes anarquistas que salían de excursión fueron todo un ejemplo de prácticas democráticas, de una sociabilidad moderna y del nuevo papel que jugaba la mujer, cada vez era más visible en las calles de Ceuta. La sublevación militar contra el régimen republicano y el estallido de la Guerra Civil impuso una imagen de mujer muy diferente a la expuesta hasta aquí. Las vencidas, volvieron a ser casi invisibles, salvo en los momentos puntuales en que eran presentadas como socorridas por Auxilio Social y en ocasiones similares. Mientras tanto, las mujeres de los vencedores, aparecían ataviadas con el uniforme de Falange y de la Sección Femenina, aunque fueron muchas más las que lucieron velo, casi siempre negro. El azul y negro de éstas últimas, se opuso a las ropas claras y ligeras de las mujeres de izquierdas. La primavera de las prendas cálidas desapareció sepultada por el invierno de los amenazadores negro y azul nacionales. El soplo de aire fresco que representó la República había terminado.

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MUJERES REPUBLICANAS EN CEUTA (1931-1939): DE LA VISIBILIDAD A LA CÁRCEL, LA TUMBA Y EL EXILIO, de Eloy Martín Corrales, es un reciente trabajo de este historiador publicado por el Instituto de Estudios Ceutíes en 1917, junto con otros trabajos fruto de las XIX JORNADAS DE HISTORIA DE CEUTA: LA DIMENSIÓN HUMANA. BIOGRAFÍAS EN CEUTA, EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR. En el ensayo, Eloy Martín aborda tres esbozos de biografías femeninas de gran atractivo: la comunista y espía de la Rusia soviética África de las Heras (Ceuta, 1909; Moscú, 1988), la socialista Antonia Céspedes Gallego (Ceuta, 1883-1937), conocida popularmente como La Latera, y  la anarquista  Isabel Mesa Delgado (Ronda, 1913; Valencia, 2002).


Ceuta: el misterio del tiburón ballena....ceuta y sus 7 montes

FUENTE https://www.campodegibraltarsigloxxi.com/

 Rescatado y liberado en la almadraba ceutí un ejemplar de dicha especie que nunca había sido vista en el Mediterráneo

Al tiburón ballena es habitual verlo en Cabo Verde durante los veranos y los pescadores lo siguen para descubrir bancos de peces. Pero lo extraño es verlo en el Estrecho de Gibraltar, donde resulta frecuente la presencia del tiburón peregrino o del tiburón blanco. Ocurrió el pasado miércoles en Ceuta, donde el Centro de Estudios y Conservación de Animales Marinos (Cecam), que preside Juan Carlos Rivas, procedió a liberarle tras quedar atrapado en la almadraba. ¿Cambio climático o huida de los sobreexplotados caladeros de pesca habituales?

Los buzos de la almadraba fueron quienes avistaron al tiburón ballena, que pasa por ser el pez más grande del mundo:  “Lo primero que hicimos fue tapar la boca del cuadrillo para que no entrara por ahí y se procedió a levantarse la faja del cuadrillo como si fuese un telón de teatro, del fondo hacia arriba, y una vez que se levantó el animal salió. Fue un esfuerzo, porque estuvimos casi cuatro o cinco horas, pero mereció la pena”, ha explicado Rivas a El Faro de Ceuta.

El ejemplar rescatado y liberado por Cecam mide entre 10 y 12 metros y no representa peligro alguno para los seres humanos. Hasta ese día, no se había registrado un avistamiento de dicha especie en el Mediterráneo, un mar de donde los tiburones desaparecieron hace seis millones de años pero a donde volvieron cuando la tectónica abrió esa formidable esclusa a la que llamamos el Estrecho de Gibraltar. Ahora, recibe la visita de numerosos tipos de escualos, pero hasta ahora no había ocurrido con el tiburón ballena.

Desde el Museo del Mar de Ceuta, su director, Óscar Ocaña ha explicado que es frecuente su avistamiento en aguas cálidas –casi nunca a temperaturas inferiores a 21ºC pero habitualmente en zonas tropicales oceánicas– y en capas superficiales, donde busca aglomeraciones de plancton y peces de pequeño tamaño.

Los tiburones ballenas se encuentran clasificados como en peligro de extinción, los únicos miembros de la prehistórica familia Rhincodontida, originada hace, al menos, 60 millones de años. De naturaleza apacible, suelen alimentarse de plancton, pero Ocaña, en declaraciones a El Faro de Ceuta, no descarta que el ejemplar localizado en Ceuta estuviera “buscando zonas nuevas de alimentación o incluso recuperando zonas antiguas de tránsito y migración”.

Rogelio Herrera, científico coordinador del proyecto MIMAR, Rogelio Herrera, que lleva a cabo el monitoreo de los ecosistema marinos en la macaronesia (norte de África, Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde), entiende que “no es tan descabellado verlo por estas aguas porque, entre los diferentes cambios de temperatura que está teniendo el agua y que suelen viajar con túnidos, como por ejemplo atunes, porque en parte comen lo mismo, puede ser perfectamente plausible que pueda estar por aquí”.

Los condrictios (tiburones y rayas) se extinguieron del Mediterráneo hace seis millones de años y lo repoblaron tras la apertura del Estrecho de Gibraltar, que ahora concentra la mayor diversidad de estas especies. Así lo demuestra la tesis doctoral de la investigadora María José Meléndez, presentada en la Universidad de Málaga y cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista científica Plos One.

Durante el periodo Zancliense se habría producido la entrada de agua del Océano Atlántico al Mediterráneo, a través del Estrecho: «Fue entonces cuando los condrictios comenzaron a recolonizar el Mediterráneo poco a poco», ha asegurado Báez, quien ha lamentado que, tras este proceso, «la zona presente un menor número de especies».

El estudio, publicado en la revista científica Plos One, se centra en peces cartilaginosos, como tiburones, rayas y quimeras, un grupo relativamente pequeño en el Mediterráneo, que incluye 89 especies, pero que juegan un importante papel en sus ecosistemas.

«Muchos de estos ejemplares se encuentran amenazados en la actualidad» ha incidido Báez, quien ha comentado algunos de los problemas a los que se enfrentan, como la alteración y destrucción de su hábitat por la contaminación y ocupación del espacio marino. La pesca abusiva les deja sin alimento y deben buscar nuevos territorios de caza.

Corren otro peligro, el de las colisiones mortales de los tiburones ballena con los grandes barcos, como apunta un estudio publicado en la revista ‘PNAS’ por biólogos marinos de la Asociación de Biología Marina (MBA) y de la Universidad de Southampton.

Científicos y científicas de 50 instituciones de investigación y universidades internacionales siguieron los movimientos de los tiburones ballena y los barcos en todo el mundo para identificar las zonas de riesgo y las posibles colisiones. Los datos de los movimientos rastreados por satélite de casi 350 tiburones ballena se presentaron en el Proyecto de Movimiento Global de Tiburones, dirigido por investigadores del MBA.

El equipo, tal y como recogió en su día Europa Press, trazó un mapa de los «puntos calientes» de los tiburones que se solapaban con las flotas mundiales de buques de carga, petroleros, de pasajeros y de pesca -los tipos de grandes buques capaces de golpear y matar a un tiburón ballena- para revelar que más del 90% de los movimientos de los tiburones ballena caían bajo la huella de la actividad naviera.

El estudio también demostró que las transmisiones de las marcas de los tiburones ballena finalizaban con más frecuencia de lo esperado en las rutas marítimas más transitadas, incluso cuando se descartaron los fallos técnicos. El equipo llegó a la conclusión de que la pérdida de transmisiones se debía probablemente a que los tiburones ballena eran golpeados, muertos y se hundían en el fondo del océano.

Pueden llegar a medir hasta 20 metros

La investigadora de doctorado de la Universidad de Southampton, Freya Womersley, que dirigió el estudio en el marco del Proyecto de Movimiento Global de los Tiburones, señala que «la industria del transporte marítimo, que nos permite abastecernos de una gran variedad de productos cotidianos de todo el mundo, puede estar causando el declive de los tiburones ballena, que son una especie enormemente importante en nuestros océanos».

Los tiburones ballena son gigantes oceánicos de movimientos lentos que pueden llegar a medir hasta 20 metros de longitud y se alimentan de animales microscópicos llamados zooplancton. Los tiburones ballena ayudan a regular los niveles de plancton del océano y desempeñan un papel importante en la red alimentaria marina y en la salud de los ecosistemas oceánicos.

El profesor David Sims, investigador principal del MBA y de la Universidad de Southampton y fundador del Proyecto de Movimiento Global de Tiburones, subraya que, «increíblemente, algunas de las marcas que registran la profundidad, así como la ubicación, mostraban a los tiburones ballena moviéndose hacia las rutas de navegación y luego hundiéndose lentamente en el fondo marino a cientos de metros de profundidad, lo que es la señal de un golpe letal de un barco».

«Es triste pensar que se han producido muchas muertes de estos increíbles animales en todo el mundo a causa de los barcos sin que nos demos cuenta para tomar medidas preventivas», añade Sims.

En la actualidad no existe ninguna normativa internacional para proteger a los tiburones ballena de las colisiones con los barcos, denuncia la citada agencia. El equipo de investigación afirma que esta especie se enfrenta a un futuro incierto si no se toman medidas pronto. Esperan que sus hallazgos puedan servir de base para las decisiones de gestión y proteger a los tiburones ballena de nuevos descensos de población en el futuro.

«Colectivamente, tenemos que dedicar tiempo y energía a desarrollar estrategias para proteger esta especie en peligro de extinción de la navegación comercial ahora, antes de que sea demasiado tarde, para que el pez más grande de la Tierra pueda resistir las amenazas que se prevé que se intensifiquen en el futuro, como los cambios en el clima de los océanos», señala Womersley.


Los secretos de Ulises y el Estrecho de Gibraltar...ceuta y sus 7 montes


                                                    JOAQUÍN MAYORDOMO


 Siempre que un barco desaparece en el Estrecho de Gibraltar o en sus inmediaciones –y esto ha ocurrido más de una vez– me acuerdo de Ulises.

Conocí al ingeniero Ulises en Tánger… Hará unos 15 años. Trabajaba, entonces, con un contrato por obra, en Metragás, la estación de bombeo que esta empresa tiene en la playa de Sidi Kacem, no muy lejos del cabo Espartel. Discreto y profesional, no soltaba prenda de su trabajo; solo me vino a decir, en cierta ocasión, que estaba actualizando los sistemas de seguridad de la planta gasista.

Sin embargo, hablábamos mucho. Las cervezas que tomábamos a veces provocaban que las palabras resbalasen, desataban nudos, y estas fluían generosas para contarnos nuestra vida. En aquellas charlas que manteníamos con frecuencia en el bar del hotel Le Mirage, Ulises, poco a poco, me fue engolosinando con sus perlas de vida o literarias, extraídas de aquí y de allá, recreando lo mucho vivido. Había sido –me dijo en una ocasión– el responsable de la instalación del sistema electrónico del bunker del palacio de la Moncloa que, algunos años antes, el presidente Felipe González mandara construir. Había estado también, relataba, en las cuatro esquinas del mundo, puede decirse; aunque, principalmente, era en los países árabes –sobre todo en los productores de gas y petróleo– donde más tiempo había trabajado.

Los encuentros, recuerdo bien, eran muy gratos; reconfortantes como la cerveza que tomábamos. Aquel hombre, de aspecto desgarbado y bonachón, voluminoso y con estatura de gigante, amaba sobre todo la vida; era un apasionado trotamundos al que su afición al universo femenino y afán de conquistarlo le había jugado varias malas pasadas. Contaba aventuras como el que te lee una novela. Tenía 55 años entonces y ya había estado casado media docena de veces; de aquellos matrimonios aseguraba tener una lista reconocida de 11 hijos. “Ahora me toca la fase solitaria”, me explicó una mañana, cuando, en uno de aquellos paseos infinitos que, a veces, me daba por la playa de Sidi Kacem, me lo encontré en una silla playera, repantigado, sosteniendo una caña de pescar, mientras miraba al horizonte que se perdía en el océano.

Pero la soltería le duró poco. No habían pasado cuatro meses de aquella conversación en la playa, cuando recibí una invitación para asistir a su boda. ¡Otra más! Apenas había despuntado la primavera… En esta ocasión se casaba con una ingeniera egipcia, especialista en energía nuclear, a la que había conocido en un crucero por el Nilo.

La boda se celebró a las afueras de Tánger en un viejo palacete, y resultó tan sorprendente y extraña, con tal sucesión de acontecimientos surrealistas, que acabé escribiendo un cuento sobre la insólita experiencia: La boda de Ulises, lo titulé.

Mas vuelvo a la cerveza y los encuentros en el hotel Le Mirage. Me contaba que había trabajado en refinerías, estaciones de extracción y de bombeo de gas y de petróleo y en centrales nucleares; siempre diseñando o perfeccionando los sistemas de seguridad.

No recuerdo ahora por qué, pero un día surgió el tema del Estrecho de Gibraltar. Quizás porque en esas fechas desapareciera algún barco pesquero en la zona, como el Rúa Mar que acaba de hundirse, y del que ha dejado de hablarse sin que nadie haya dado, una vez más, una verosímil explicación de los hechos; quizás porque la tubería que viene de Tánger a España sobre el suelo marino la teníamos enfrente de donde en ese momento estábamos hablando.

De este fondo y de los muchos inconvenientes que surgen a la hora de anclar los tubos que transportan el gas de Argelia a España, vía Marruecos, así como de la complejidad para su instalación y para no dejar cabo suelto que detecte cualquier fallo, me contó algunas cosas mi amigo Ulises.  Se explayó, recuerdo bien, reflexionando sobre lo difícil que resultará, si algún día se plantea en serio, unir los dos continentes… Que unos quieren hacerlo con un túnel y otros llenando el Estrecho de columnas sobre las que se asentaría un gran puente.

Y fue ese día también cuando me dijo –¡no se me olvidará nunca!– que, a una cierta profundidad, había todavía flotando, en áreas concretas del Estrecho, un número indeterminado de minas ancladas allí durante la II Guerra Mundial. El objetivo era impedir el paso de los submarinos enemigos.

–¿Y cómo es que no se han retirado ya?, recuerdo que le dije.

–Por las dificultades que entraña la operación, supongo. Resulta muy arriesgado maniobrar en torno a ellas –me respondió.

Así que las bombas siguen ahí… ¿Cuántas? ¿Quién lo sabe? ¿Decenas? ¿Cientos?

Amarradas a su ancla, las minas aguardan su momento para subir a la superficie. Podría ser la oxidación del anclaje la que provocase su espontánea liberación, una corriente marina, un maremoto… El simple paso del tiempo. Después de 80 años…

–Si esto fuera cierto, Ulises –le dije– cruzar El Estrecho puede resultar peligroso.

–Así es. Puede ser… –me dijo, sonriendo; esbozando esa sonrisa de pillo que caracteriza a algunos genios–. Una mina/bomba a la deriva puede llevarse por delante a cualquier barco… Cualquier encuentro fortuito… Ya sabes qué depararía –concluyó, misterioso.

 

He cruzado decenas de veces el Estrecho de Gibraltar desde entonces. Durante los 18 años que viví en Marruecos, siempre, al cruzarlo, acudían a mi mente las palabras de Ulises. Y era en ese momento cuando me ponía a escrutar el oleaje, a buscar algún punto negro en la espuma, un cuerpo extraño subido a las olas… Imaginaba a alguna de esas bombas balanceándose en el fondo del mar, a más de cien metros de profundidad, con la cadena de anclaje a punto de hacer ¡clac!, ¡clac!… ¡Soltarse! Las veía subir liberadas y encontrarse al azar con uno de los más de trescientos barcos que pasan a diario… Con el nuestro, por ejemplo.

Un barco como el Rúa Mare que acaba de desaparecer, o como otros muchos que lo hicieron antes; siempre en unas circunstancias extrañas con un halo misterio.

Por eso, cada vez que un barco se “esfuma” en el Estrecho de Gibralatar, me acuerdo de Ulises. ¿Pero dónde anda Ulises ahora ? ¡Cómo me gustaría verle! ¡Qué placer escuchar sus historias!

Las Columnas de Hércules ....ceuta y sus 7 montes

 


Las Columnas de Hércules fueron un elemento legendario de origen mitológico, situado en el estrecho de Gibraltar y señalaba el límite del mundo conocido, la última frontera para los antiguos navegantes del Mediterráneo. Bajo el lema « Non Terrae Plus Ultra » los romanos asignaban el confín del continente, que si bien se asoció a Finisterre, también simbolizaba el estrecho de Gibraltar.

El nombre original fue acuñado por los fenicios: «Columnas de Melkart », más tarde los griegos las denominaron «Columnas de Heracles» hasta su actual nombre romano. Y hablando del dios fenicio Melkart, la ciudad fenicia de Tiro envió una expedición a Tartessos, el sur de la península ibérica, para fundar una colonia que explotara las materias primas, sobre todo la plata. En el nuevo enclave -Gadir, la actual Cádiz- se fundó un templo dedicado a Melkart que, como el templo original en Tiro, tenía dos enormes columnas flanqueando la entrada.

Algún fenicio aficionado de las metáforas asoció los dos grandes peñones a la entrada del Mediterráneo -Calpe y Abila- con las columnas de Melkart. Más tarde los griegos, que asimilaron a Melkart con Herakles, dijeron que los peñones eran dos columnas plantadas allí por el dios. Y dijeron que esas columnas marcaban el fin del mundo. Más allá no había nada excepto el mar Océano.

Pomponio Mela da cuenta del origen legendario de esta denominación de Columnas de Hércules diciendo que: "fue el mismo Hércules quien separó los dos montes unidos (Abila y Calpe) como una cordillera continua y que así fue como al Océano, contenido antes por la mole de los montes, se le dio entrada a los lugares que ahora inunda: desde aquí el mar se difunde ya más extensamente y avanzando con gran fuerza recorta las tierras que retroceden y quedan bastante más alejadas". (Pomponio Mela. Corografía, I5, 27). (La antigua Calpe, la columna septentrional, es el actual peñón de Gibraltar, y la antigua Abila, situada cerca de Ceuta, en la costa africana, se llama hoy día Jebel Musa).

Aristóteles afirma que las columnas que ahora se llaman de Hércules, antes de que se llamaran así se denominaban de Briareo. Pero después de que Heracles purificó la tierra y el mar y se convirtió claramente en un benefactor de los hombres, éstos le honraron abandonando la mención de Briareo y sustituyéndola por Columnas de Heracles (Claudio Eliano. Historias varias, V, 3).

Cuando Heracles fue en busca de los bueyes de Gerión llegó a la llamada Eritía, junto al Océano, y tras recorrer todo el mar navegable, quiso seguir más allá. Pero al encontrase con el caos y las tinieblas estableció unas columnas con las que pretendía dar a conocer el fin del mar, en la idea de que a partir de allí ya no era transitable.

Según el autor árabe Masoudi (siglo X d.C.) unos faros de cobre y piedra habían sido construidos por Hércules en el estrecho de Gibraltar. Tenían unas inscripciones y unas estatuas que señalaban con sus manos que era imposible adentrarse más allá.

Según la Geografía de Estrabón se trataba de unos pilares de bronce que formaron parte de un templo gaditano consagrado a Heracles. Era un lugar de peregrinaje donde se hacían sacrificios en agradecimiento por una navegación llevada a feliz término.

El monarca Carlos I de España incorporó como elemento exterior el símbolo de las columnas en su escudo de armas, con la divisa "Plus Ultra". Este elemento heráldico ha permanecido con mayor o menor presencia en el curso de los sucesivos monarcas, aunque en la actualidad no aparecen en el escudo del Rey de España, sí lo hacen en el escudo de España .

Divisan ‘ciudades flotantes’ en el estrecho de Gibraltar ....ceuta y sus 7 montes

 


 https://www.lavanguardia.com/

El cabo de Trafalgar, donde en el año 1805 se produjo la célebre batalla naval con los ingleses, es un punto sensible para contemplar el fenómeno visual de la Fata Morgana


El cabo de Trafalgar, situado en el extremo noroccidental del estrecho de Gibraltar, en Los Caños de Meca (en Barbate, Cádiz), es famoso en los libros de historia porque, en sus inmediaciones, tuvo lugar el 21 de octubre de 1805 la célebre batalla de Trafalgar. Aquí, la escuadra franco-española fue derrotada por la inglesa al mando del almirante Nelson.

Este punto es sensible a que se produzca el fenómeno visual de la Fata Morgana, que permite divisar las llamadas “ciudades flotantes” en el mar, tal y como ocurrió hace unas semanas frente a la costa de Barcelona, según reportaron varios testigos.

“Comparto dos fotografías de Fata Morgana de esta tarde vista desde el cabo de Trasfalgar”, detalla Óscar Mario Jiménez Gayango a la hora de mostrar en Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia sus instantáneas, en las cuales se puede apreciar cómo los barcos adquieren el aspecto de ‘ciudades flotantes’, generando visualmente estructuras que parecen edificios.

No es el primer lector que apunta al estrecho de Gibraltar como una zona propicia para contemplar este fenómeno, pero sí que es el primero que muestra fotografías de este efecto sobre el mar. En este caso, las imágenes fueron captadas la tarde del 25 de diciembre.

¿Qué es el efecto Fata Morgana?

El efecto Fata Morgana recibe su nombre del italiano ‘fata Morgana’ (es decir, hada Morgana), en referencia a la hermanastra del Rey Arturo (Morgan le Fay) que, según la leyenda, era un hada cambiante. Es un espejismo o ilusión óptica que se debe a una inversión de temperatura. Objetos que se encuentran en el horizonte como, por ejemplo, islas, acantilados, barcos o témpanos de hielo, adquieren una apariencia alargada y elevada, similar a “castillos de cuentos de hadas”. La fata morgana más célebre es la que se produce en la costa meridional de Sicilia, en el estrecho de Mesina, entre Calabria y Sicilia, aunque, como demuestran las fotos del lector, también se puede contemplar en el estrecho de Gibraltar.

El avistamiento el sábado, día 23 de noviembre, desde la playa de Gavà Mar (Barcelona) de lo que podría ser una ciudad flotando en el litoral barcelonés abrió todo tipo de especulaciones, hasta que se dio por sentado de que se trataba de un gran barco mercante bajo el efecto Fata Morgana. También se reportó un caso de avistamiento en Asturias, frente a la costa de Gijón.

En China, este tipo de fenómenos visuales son muy habituales y acostumbran a causar mucho revuelo en las redes sociales. No solo se da en el mar, sino en los barcos que surcan los grandes ríos del país.


LOS REYES MAGOS EN CEUTA.........CEUTA Y SUS 7 MONTES


 

HISTORIA DE UNA CIUDAD ESPAÑOLA....CEUTA Y SUS 7 MONTES

 


                POR: POR  https://revistacentinela.es/ceuta-o-la-voluntad-hispana/

Hay rincones del mundo que parecen puestos ahí para albergar una ciudad. Uno de esos lugares es Ceuta. No es, por lo tanto, extraño que desde muy antiguo los seres humanos se fijasen en aquel enclave privilegiado de la costa sur del estrecho de Gibraltar. Levantada sobre una angosta península que domina la entrada al estrecho desde el Mediterráneo, los romanos conocían aquel asentamiento como Septem Fratres [Siete Hermanos], en alusión a las siete colinas que formaban la Ceuta primitiva.

Los ceutíes de la época, gente práctica y comercial dedicada a la elaboración de garum (una salsa de pescado que enloquecía a los antiguos romanos), se aliaron con la república romana frente a los cartagineses. Escogieron bien el bando y eso tuvo premio. Roma anexionó la Mauritania y con ella la pequeña población de Septem Fratres. La industria del garum era tan importante que Octavio Augusto la elevó incluso a categoría de municipio.

Tenía Ceuta, además, un valor estratégico notable. Nada ni nadie navega por el estrecho sin que lo adviertan desde la cima del monte Hacho, una colina de 200 metros de altura que cierra la península de Almina. En ese monte se situaba una de las dos columnas de Hércules que marcaban el fin del Mare Nostrum y del mundo conocido. La otra estaba sobre el peñón de Gibraltar.

UNIDA CON LA PENÍNSULA DESDE EL IMPERIO ROMANO

Esas columnas de origen mitológico hoy forman parte del escudo de España con un lema muy familiar: Plus Ultra (más allá). Lo cierto es que durante siglos más allá de estas columnas reales o imaginarias pocos se atrevían a viajar. Ceuta se encontraba en el borde mismo del mundo conocido. Los romanos ensancharon ese mundo, fueron más allá de las columnas, circunnavegaron la península ibérica y la unieron a su imperio.

El municipio de Ceuta, que había nacido en África como parte del reino de los mauritanos, unió de este modo sus destinos a los de las tierras del norte. Desde ese momento no se volvería a separar de ellos. Al caer el imperio romano los bizantinos se fijaron en Hispania (Spania la llamaban) y no descansaron hasta integrar el sur de la península en sus dominios. Ceuta, naturalmente, iba en el lote.

Pero Spania estaba demasiado lejos de Bizancio como para conservarla mucho tiempo. Los visigodos del reino de Toledo no podían tolerar la presencia bizantina y, tras mucho insistir, los aventaron en el siglo VII. Ceuta pasó así a la Hispania visigoda cuyos monarcas se consideraban legítimos herederos del imperio romano, al menos por estos lares.

UN MISMO DESTINO

ENRIQUE ‘EL NAVEGANTE’, DURANTE LA BATALLA DE CEUTA (1415).

Sucedió entonces lo impensable. Los musulmanes, que habían conquistado todo el norte de África en apenas medio siglo, llegaron a las costas del estrecho. Ocuparon Ceuta en el año 709. Dos años más tarde dieron el salto a la península gracias, según la leyenda, a don Julián, conde ceutí vasallo de los reyes toledanos que andaba ofuscado con don Rodrigo.

Las tribus bereberes de la zona disputaron el dominio de Ceuta con los recién llegados, pero sin demasiado éxito. Abderramán III, el más importante de los califas cordobeses, tomó al asalto la ciudad en el siglo X y la incorporó a su califato. Una vez más el destino de Ceuta y de los ceutíes estaba irremisiblemente unido al de la otra orilla.

Pero el califato cayó un siglo más tarde. La ciudad, conocida ya como Sebta, quedaría en manos de los almorávides y luego de los almohades. Todas las dinastías de Al Ándalus gobernaron sobre Ceuta que, aunque en algunos momentos alcanzó cierto grado de independencia, siempre estuvo unida a los emires hispanos ya fuesen nazaríes granadinos o benimerines.

DE LA SEPTEM ROMANA A LA SEBTA MUSULMANA Y, DE AHÍ, A CEUTA

Fueron estos últimos a quienes tocó enfrentarse a la flota de Juan I de Portugal. A finales del siglo XIV los portugueses habían finalizado su reconquista y se hicieron a la mar. Se fijaron, claro está, en el norte de África. Mientras los exploradores descendían por la costa Atlántica para levantar nuevos mapas, el rey puso sus ojos sobre la perla del estrecho.

En agosto de 1415 Juan I y su hijo Enrique, más conocido como El Navegante, desembarcaron en la playa de San Amaro, a los pies del monte Hacho, y conquistaron la ciudad sin demasiados contratiempos. La Sebta musulmana pasaría a ser la Ceuta portuguesa en un nuevo salto morfológico que empezó con aquel Septem romano.

A este hecho le debe Ceuta no sólo su nombre actual, sino también su escudo de armas, que, con cinco escusones puestos en cruz, es el mismo que el de Portugal. Semejante honor se lo debe a que Ceuta fue la primera plaza de lo que con el correr de los siglos sería el imperio portugués, en el que no se puso el sol hasta finales del siglo XX.

Y LOS CEUTÍES SOLICITARON INCORPORARSE A CASTILLA

LA FORTALEZA DEL HACHO.

Este bien podría haber sido el último gran capítulo de la milenaria historia de Ceuta, pero no fue así. En 1578 murió el rey Sebastián de Portugal cuando se encontraba guerreando en África. Se fue al otro barrio sin descendencia, así que la corona pasó a su tío abuelo Enrique, que murió dos años después también sin hijos.

En ese momento Felipe II de España reclamó sus derechos sobre la corona portuguesa en virtud del parentesco que le unía con la dinastía Avis a través de su madre, Isabel de Portugal, hija de Manuel I. La reclamación se ajustaba a derecho y Felipe pasó a ser rey de Portugal como Felipe I. Durante los 60 años en los que las coronas de España y Portugal estuvieron unidas Ceuta siguió formando parte del reino de Portugal mientras que la vecina Melilla pertenecía al reino de Castilla.

La historia se empeñó entonces en dar un nuevo giro a los acontecimientos. En 1640 un levantamiento en Lisboa entronizó al duque de Braganza como Juan IV. Los ceutíes no siguieron al resto del reino. Las autoridades de la ciudad solicitaron formalmente a Felipe IV incorporarse a Castilla.

SITIADA POR TIERRA Y MAR

¿Por qué lo hicieron? Seguramente por razones de orden práctico. Ceuta es una ciudad que siempre se sintió sitiada. Más allá del monte Hacho y de la península que le sirve de antesala se abre el inmenso continente africano. Ya en aquellos tiempos era común que los bereberes del interior, todos musulmanes, asediasen la plaza con cierta frecuencia. Puestos a pedir auxilio a la península, éste llegaría antes desde Castilla que desde la más distante Portugal. Los reyes de la casa de Habsburgo habían tratado muy bien a la ciudad fortificándola y concediéndole un fuero muy ventajoso. Felipe IV les aseguraba una condición privilegiada, Juan IV era un enigma y, además, el puerto portugués más cercano estaba demasiado lejos.

El temor de los ceutíes de 1640 no tardó en hacerse realidad. A finales de ese siglo y principios del XVIII la ciudad sufrió un prolongado cerco que, para colmo de males, vino a coincidir en su punto álgido con la guerra de sucesión española. En 1704 padeció un sitio doble y simultáneo. Uno por mar de la flota angloholandesa que acababa de tomar Gibraltar y otro por tierra de Mulay Ismail, sultán de Marruecos que se había obsesionado con conquistar Ceuta.

Ambos se quedaron con las ganas. Ceuta resistió una y otra vez. Mulay Ismail lo intentó hasta su muerte en 1727. Sus sucesores lo volverían a intentar en 17321757 y 1790. Los sucesivos cercos del siglo XVIII aportaron a Ceuta ese aspecto de fortaleza inexpugnable que aún conserva y que se muestra con todo su poderío en las murallas reales, una formidable estructura defensiva compuesta por cuatro líneas de baluartes, revellines, hornabeques, fosos y contraguardias.

CEUTA, CRISTIANA DESDE EL PRINCIPIO

CATEDRAL DE CEUTA.

Como vemos, la corona se tomó muy en serio conservar Ceuta a cualquier precio. La fortaleza del Hacho, por ejemplo, que llevaba siglos abandonada, fue reconstruida en tiempos de Carlos III y transformada en una moderna ciudadela desde la que se controlaba no sólo la ciudad, sino también sus inmediaciones tanto marítimas como terrestres.

Es en esta época cuando se concluye y consagra la catedral de Ceuta, un soberbio templo de estilo barroco levantado sobre el mismo solar que albergó primero una iglesia bizantina del siglo VI y posteriormente una mezquita. Por su situación geográfica, el cristianismo arraigó pronto en Ceuta. En el istmo de la península de Almina, a corta distancia del puerto, se descubrieron hace 30 años las ruinas de una basílica paleocristiana que los arqueólogos han datado en el siglo IV. Posteriormente se abandonó y quedó enterrada. No así el santuario de Santa María de África que levantaron los portugueses para acoger a la patrona de la ciudad y que fue reconstruido en tiempos de Carlos II, el último de los Austrias.

Debidamente fortificada, la ciudad resistió todos los asedios menos el de la modernidad. En 1812, coincidiendo con la proclamación de la Constitución en la vecina Cádiz, el antiguo cabildo se convirtió en un ayuntamiento constitucional, uno de los primeros de España. Esto se debe a que la ciudad no fue invadida por los franceses gracias a su insularidad… y a sus murallas. Pero no permaneció al margen. Se adhirió a la Junta de Sevilla y participó en la guerra desde la retaguardia suministrando apoyo material y humano a los que combatían contra el invasor.

PERDIDA AMÉRICA, ESPAÑA VOLVIÓ A MIRAR A ÁFRICA

Aquello sería un aperitivo de lo que se avecinaba durante el siguiente siglo. Perdidos los virreinatos americanos, España volvió a mirar hacia África como área natural de expansión. Ahí tanto Ceuta como Melilla, dos cabezas de puente sobre el continente africano, tenían mucho que decir. De estar defendiéndose durante siglos iban a pasar al ataque.

En 1859 un grupo de rifeños atacó Ceuta. El Gobierno de Isabel II, presidido entonces por Leopoldo O’Donnell, reaccionó enviando un ejército que desembarcó en Ceuta dos meses después. Se trataba de un contingente notable integrado por 45.000 hombres y 78 piezas de artillería apoyado por una gran escuadra naval.

La campaña fue un completo éxito. Desde Ceuta el ejército se internó en el sultanato marroquí, ocupó Tetuán y puso a las tropas del sultán contra las cuerdas. Un año más tarde se firmó la paz. Ceuta era la gran beneficiada. No sólo podía ampliarse, sino que desde aquel momento se acabaron las incursiones rifeñas que tanto desasosiego generaban entre los habitantes. Además de eso el sultán tuvo que pagar una cuantiosa indemnización y ceder a perpetuidad otras plazas como las islas Chafarinas, un pequeño archipiélago al este de Melilla.

MARRUECOS, UNA PIEZA MUY DESEADA Y UNA DECISIÓN SALOMÓNICA

DETALLE DE LA MURALLA REAL DE CEUTA.

La derrota de 1860 dejó al sultán en una posición muy delicada. Marruecos era una pieza muy codiciada por todas las potencias coloniales de la época. Francia, Alemania y el Reino Unido se disputaban el control de la orilla sur del estrecho. Al final, tras varios incidentes, se adoptó una solución salomónica: Marruecos quedaría partido en dos, la parte sur para Francia y la norte para España.

En la zona española se constituyó un protectorado, pero Ceuta no formaba parte de él. La capital del mismo se fijó en la cercana Tetuán. Entendían que Ceuta, aunque físicamente estuviese en África, era una ciudad española más, de la provincia de Cádiz concretamente.

Estar fuera del protectorado no la libró de protagonizar uno de los grandes acontecimientos de la historia de España: la guerra civil. Durante el verano de 1936 el ejército sublevado necesitaba trasladar las tropas del ejército de África a la península y escogió los muelles ceutíes para llevarlo a cabo. Francisco Franco llegó a Ceuta el 19 de julio, dos días después del alzamiento, y desde allí organizó una operación aeronaval de gran calado que sería clave en el desarrollo de la guerra.

UNA CIUDAD ESPAÑOLA MÁS QUE NUNCA FORMÓ PARTE DE ENTIDAD COLONIAL ALGUNA

Concluida la contienda Ceuta continuó en buena medida a la cabeza del protectorado pero sin estar integrada en él. En 1956 Marruecos se independizó y desde entonces sus gobernantes reclaman la ciudad como parte del país. Pero no, nunca lo fue. Por un lado Marruecos es una realidad política muy posterior a la presencia hispano-portuguesa en Ceuta, por otro la ciudad jamás formó parte de entidad colonial alguna.

Fue primero una ciudad portuguesa, posteriormente castellana con sus preceptivos fueros, más tarde un municipio gaditano hasta que en 1995 se constituyó como ciudad autónoma. Broche final este a una historia dilatada y rica que si por algo se ha caracterizado es por la voluntad de los ceutíes de permanecer unidos a sus vecinos del norte.