ARTICULO DE HOY

HISTORIA DEL MAR CEUTA

EL BARCO CIUDAD DE CEUTA 1928

ciudad de ceuta 1935

El Ciudad de Ceuta 1973

Fortaleza del Hacho - Lo que silencia sus muros

El Faro Digital.es - Francisco Sánchez Montoya 5/10/14
(Fragmento referido a la Guerra Civil)
En 1936 se planeó asaltar el Hacho
Otro de los sucesos que guardan la historia de la Fortaleza del Monte Hacho, fue la planificación de un asalto a sus dependencias y liberar a los presos que fueron detenidos tras el golpe de 1936, sus celdas se llenaron de políticos, sindicalistas y militares que están contra la sublevación.

Tras leer un voluminoso consejo de guerra, he tenido acceso, a uno de los sucesos más ignorados en Ceuta. Consabido es que la tropa, en gran número, estaba contra el golpe, varios soldados de artillería y automovilismo intentaron abortar la sublevación. La fecha elegida para el asalto estaría en torno al 15 de agosto de 1936. Los jefes de este complot, eran el cabo de automovilismo Julián del Barrio y el soldado Urbano Bautista, su disconformidad con sus jefes fue evidente, en un primer momento intentaron concienciar a sus compañeros y realizaron dos tipos de octavillas escritas a mano, una contra sus jefes y la otra dirigida al pueblo de Ceuta, tal y como se refleja en el consejo de guerra.

Otro de los implicados el joven soldado Jesús López trabajaba en las oficinas de automovilismo y fue el encargado de realizar algunas copias en máquina de escribir. Tras tener, realizadas numerosas octavillas se las entregaron al soldado ceutí Manuel Sevilla, de 19 años y vecino de la popular barriada del Sardinero, antes de ser fusilado explicó en el consejo de guerra como se hizo la entrega: “… Si entregué unas octavillas al soldado de artillería que estaba de centinela en el muelle de la Puntilla. El encabezamiento de las octavillas decía: …Soldados, rebelarse contra vuestros jefes, contra el Facio nos tenemos que unir todos».

Una vez que ya han conseguido la adhesión de varios cabos y soldados, organizaron una reunión en la chatarrería del cuartel de automovilismo. A este llamamiento asisten los cabos Julián Del Barrio, Secundido Valdés, los soldados Higinio Guerrero, Regino Oset, José Crespo y Francisco Juan López, y acordaron la planificación del asalto a la fortaleza del Hacho, para liberar a los presos políticos.  El soldado de artillería José María Castillo Ramírez, explicó en el consejo de Guerra cómo se preparó el asalto: «El telefonista de la fortaleza del monte Hacho, Navarro, me dijo que había un complot formado entre soldados de Artillería y Automovilismo para asaltar la Fortaleza y encerrar a los oficiales y liberar a los presos. Me preguntó si conocía algunos soldados que estaban de servicio dentro del Hacho, o al llavero de la “Puerta Ceuta” y si con tres ametralladoras se podía batir a la tropa que allí había. Me encontré con Joaquín Lluch y otros dos y el primero le repitió las mismas cosas que a Navarro, tanto Lluch como los otros dos le daban la razón y decían que la cosa era fácil. El jefe de este complot era el sargento Morales, que le había dicho a Carbonell que todavía no era tiempo de sublevarse, pues había mucha fuerza del Tercio y Regulares. Al salir del Regimiento me encontré con el soldado de automovilismo Viernes quien me dijo si estaba enterado del asalto y que todo estaba preparado para el 15 de agosto».

El encargado de ultimar este asalto fue el soldado de automovilismo José Viernes quien habló con el soldado de artillería Castillo, para pedirle la posibilidad de coger tres ametralladoras de su cuartel. Otro de los implicados, el artillero Juan Persiva, habló con el soldado destinado en la fortaleza Juan Costa Jiménez, para que hiciera propaganda dentro de las dependencias del Hacho, y no les disparasen cuando vayan a tomarlo. Contactaron con los paisanos, Salvador Peña Guerrero, Tomas Aguilar Rodríguez, Pedro Clavijo Rodríguez y Salvador Gutiérrez.

Cuando faltan pocos días para el asalto, las octavillas llegan a manos de sus jefes. En pocas horas todos son detenidos. El 19 de agosto en el Cuartel de Artillería situado en la Plaza de África, bajo la presidencia del Teniente Coronel Peris Vargas se celebró el consejo de guerra, los miembros del tribunal son implacables y tras varias horas se dictaminó condenar a la pena de muerte a los cabos de automovilismo Julián del Barrio, Secundido Valdés y los soldados Urbano Bautista y el joven ceutí Manuel Sevilla García, el soldado de Artillería, José Cortes y los demás a 30 años de cárcel. A las siete de la mañana del 24 de agosto de 1936, fueron trasladados a la playa del Tarajal y fusilados. El sargento de Artillería, también implicado en los preparativos Miguel Hernández Morales, fue fusilado en el mismo lugar el 30 de septiembre de 1936.

La traición del conde Don Julián,CEUTA



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A finales del siglo VII la monarquía visigoda se debatía en sus habituales y sangrientas luchas por el poder. El rey Égica trataba de eludir la costumbre germánica de elegir los monarcas, procurando de asegurar el trono para su hijo Witiza.
Para ello tomó varias medidas, la primera fue el compartir el trono con su vástago, para que —desde una posición de autoridad compartida— ambos pudieran acabar con aquellos de los que sospecharan deslealtad. En un marco de gran crueldad, una de sus decisiones menos sanguinarias fue quitarle la vista a Teodofredo (hijo del rey Recesvinto). El ciego se retiró a Córdoba con su hijo Rodrigo. En el año 702, cuando Égica falleció de muerte natural, inusual entre los monarcas godos, su hijo Witiza quedó como único monarca y trató de consolidar su posición, nombrando a Rodrigo, duque de la región Bética (Andalucía).
Desde esta posición Rodrigo pronto se convirtió en el líder de los magnates descontentos con el Rey y cuando Witiza trató de capturarle para quitarle la vista, como había hecho con su padre, el duque de la Bética organizó un ejército que derrotó al del Rey. Cuando tuvo en sus manos a Witiza, Rodrigo ordenó que le sacaran los ojos como él había hecho con su padre y lo envió desterrado a Córdoba, donde el propio Rodrigo había vivido muchos años con su padre ciego.
Rey Don Rodrigo leyendas
Rey Don Rodrigo
Rodrigo fue entonces proclamado Rey por sus seguidores; era el año 710. Don Rodrigo, siguiendo la costumbre, se dedicó a perseguir a los hijos de Witiza quienes decidieron huir al norte de África refugiándose en Tánger, donde gobernaba el conde Rícila, que había sido amigo de su padre.
Este noble visigodo compartía con el conde Don Julián la responsabilidad de defender las ciudades que tenían los visigodos en el Estrecho, localidades que estaban sometidas a una creciente presión militar por parte de los musulmanes que dominaban casi todo el norte de África.
En aquellos tiempos era costumbre que los nobles enviaran a sus hijos a educarse en la Corte, cerca del rey, así recibían alguna formación y hacían amistades que podrían serles útiles en el futuro, además de la posibilidad de encontrar con quien casarse. El conde Don Julián había llevado a su hija Florinda a la corte de Toledo. Florinda fue escogida, entre las doncellas del séquito real, como la destinada al servicio personal de Rodrigo, encomendándosele la delicada tarea de extraerle la sarna, cometido que realizaba, a diario, con un alfiler de oro. Tanta intimidad con el monarca acabó con la violación de Florinda. Indignada, la joven escribió a su padre, contándole lo sucedido. El conde Don Julián acudió a buscarla a Toledo y se la llevó con él a Ceuta.
El conde Don Julian, decidido a vengarse tan pronto regresó a su fortaleza, se puso en contacto con Muza, el gobernador musulmán de la región, contra quien se había enfrentado a menudo. Le explicó las continuas luchas internas existentes entre los godos y le prometió que, con su ayuda y la de sus amigos —Rícila y los hijos de Witiza— podrían invadir la Península y conseguir un gran botín.
Después de consultar con el califa de Damasco, Muza ofreció al conde Don Julián la ayuda del comandante Tarif ben Malluk y de un contingente de cien caballeros y trescientos peones.
El conde Don Julian y su gente, apoyados por los musulmanes, desembarcaron en Gibraltar para, a continuación, saquear Algeciras y otros lugares de la costa. Después, regresaron con el botín. En vista del éxito de la expedición, Muza decidió ampliar la ayuda al conde Don Julian. En esta ocasión le proporcionó doce mil guerreros. El conde Don Julián y Tarif transportaron a su ejército en naves de mercaderes, para tratar de no llamar la atención de los godos.
El rey Rodrigo, enterado del desembarco de este ejército, envió contra él a su sobrino Iñigo quien sería derrotado reiteradamente hasta que moriría en combate. Las tropas invasoras, después de haber llegado hasta Sevilla y saqueado todo lo posible, regresaron a África. Reunidos Muza, Tariq y el conde Don Julián, decidieron hacer una nueva invasión. Esta vez no incluyeron al conde Rícila —el gobernador de Tánger— pues lo consideraban un aliado problemático. La desconfianza había motivado que los hijos de Witiza regresaran a la Península.
El ejército musulmán cruzó el Estrecho y se dirigió a la rica vega del Guadalquivir donde, una vez más, saquearon las tierras. Posteriormente los musulmanes se dirigieron hacia Jerez, enterados de que Don Rodrigo avanzaba desde el sur, al frente de un poderoso ejército de cien mil hombres. Ambos ejércitos se situaron en las orillas opuestas del río Guadalete. El gran ejército visigodo, a lo largo de una semana de lucha, llegó a matar a unos dieciséis mil moros. Tarif, preocupado, solicitó entrevistarse en secreto con los dos hijos de Witiza, que capitaneaban dos alas del ejército de Don Rodrigo. Durante la reunión, Tarif les ofreció la corona real si desertaban durante la batalla. El día once del mes al que los musulmanes llaman Chawal, se produjo el choque definitivo.
Los hijos de Witiza desertaron, facilitando que el conde Don Julián y sus soldados rompieran las filas de Don Rodrigo. El rey godo peleó hasta el final, animando a unas tropas que se mostraban cada vez más débiles y que, finalmente, acabaron huyendo. Acabada la contienda, algunos supervivientes encontraron en la orilla del río a Orelia el caballo de Don Rodrigo; también hallaron su corona, sus lujosas vestimentas y sus zapatos pero no su cadáver.
Mucho tiempo después, en la ciudad de Viseu (Portugal) se encontró una tumba con la siguiente inscripción:
“Aquí yace Rodrigo, último rey de los godos”.
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier

¿CEUTÍ O CABALLA?

 HISTORIAS DEL AYER...POR  José Mª  Fortes Castillo

Me contaba mi abuelo José, que cuando el inicio de sus venidas a Ceuta para pescar allá por el año 1904, en Ceuta, los africanos, que así llamaban los pescadores venidos de la Península a los nativos, utilizaban el sistema de pesca denominado “la espera”. Este sistema consistía en estar sentado en una atalaya o montículo de manera que pudiera otear la mar y detectar “las manchas” o los pájaros-las aves marinas que acuden a devorar los peces-. A estas acumulaciones de peces la denominaban «arda*», que podían ser de boquerones, jureles, sardinas o caballas generalmente.
    La población marinera se concentraba en la zona comprendida entre Puente Almina-hoy Plaza de la Constitución- y Puente del Cristo.
    Desde Puente Almina hasta levante, la orilla era escabrosa y poco apta para el varado de busetas-tipo de bote muy utilizado por entonces-. Desde Puente del Cristo a poniente, está limitado por el Foso y el puente levadizo, que a la caída de la tarde se elevaba aislando a Ceuta del resto del continente.
    En la Bahía Norte, el mayor número de embarcaciones estaban varadas en los bajos del Puente Almina, en la playita del Foso-donde estuvo últimamente el CAS, con anterioridad playa del Ceutí, y más antiguo aún, allí estuvo ubicado un tintero de artes de pesca  y la vivienda de Sebastián López-. En la Bahía Sur, era la Ribera el lugar de varado, a la espera de que los oteadores descubrieran los peces para a toda prisa botar la embarcación e ir a su captura.  
    La zona comprendida de Puente Almina, Rebellín, Marina y Paseo de Colón, era el lugar de residencia del resto de  los habitantes de la ciudad, como funcionarios militares, comerciantes y gentes de oficios de la época. Éstos, cuando pasaban por la calle de la Muralla-Paseo de las Palmeras,- o por la Brecha-calle Independencia-, y veían a cualquier oteador solían preguntar: ¿esperando las caballas? En esos tiempos la abundancia de estos especímenes era notable. Luego en referencia a ellos, solían decir:  «¡ Los de las caballas!..».y poco a poco fue derivando en: ¡los caballas!...
    En cierta ocasión, comentándolo con don José García Cosío, este me confirmó la teoría; y así  efectivamente, a la población marinera ubicada entre Puente y Puente, el resto de ceutíes los llamaban caballas; apodo que con el tiempo se fue generalizando y hoy, aunque nos lo llamen a todos los nacidos en esta tierra, es un título selecto que no todos poseen.

ENTREGA DE BANDERA A REGULARES

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REGULARES 1913

Cuando los ingleses nos quisieron cambiar Gibraltar por Ceuta

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En 1917, mientras la mayor parte de Europa ardía en la hoguera de la I Guerra Mundial, los británicos consideraron seriamente ceder su más amado pedruscocambio de hacerse con la ciudad de Ceuta. ¿El motivo? Aparentemente, ganarse a España como aliado contra el kaiser Guillermo II. Y es que la posibilidad de atraer a la España neutral a la guerra contra Alemania, junto con las limitaciones militares de Gibraltar, hizo que una comisión británica sobre las variaciones territoriales de posguerra evaluase seriamente la permuta de Gibraltar por Ceuta, la otra columna de Hércules.
Y es, ya antes de que la guerra mundial estallase la Comisión de Defensa Imperialhabía afirmado que Gibraltar era militarmente indefendible. En pleno 1917, con el auge de los zeppelines y los aviones de bombardeo, la caliza y la pizarra de que está compuesto el Peñón parecían muy vulnerables a las poderosas bombas y proyectiles del siglo XX.
Ante las preocupaciones surgidas, se creó una pequeña comisión formada por representantes del Almirantazgo, la Oficina de Guerra y la Oficina del Exterior, para examinar la cuestión de Gibraltar.
¿Aceptamos Gibraltar como animal de compañía?
El embajador español en Londres había insinuado que España podría aceptar declarar la guerra a las Potencias Centrales si se le cedían Gibraltar y Tánger y se le daba “libertad de acción en Portugal”, Además, Primo de Rivera, entonces gobernador militar del Campo de Gibraltar, había sugerido francamente en un discurso la permuta de Gibraltar por Ceuta, tal y como explica Bullit Lowry en ‘El indefendible Peñón: Inglaterra y la permuta de Gibraltar por Ceuta, de 1917 a 1919′.
España, de hecho tenía buenas razones para aprobar tal permuta, no sólo por su reivindicación histórica de Gibraltar, sino también como forma de liberarse de la insurrección en Marruecos, que hacía difícil guarnecer Ceuta. Pero los africanistas, como comentó hace años en una ponencia Carlos Rontomé, profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED,  estaban en contra.
“Francisco Franco, a la postre dictador de España, mantuvo disputas con Primo de Rivera, llegando incluso a amenazar con la rebelión”
¿Caballas o Llanitos?
Gibraltar era pequeño, con medios limitados, en particular, aeródromos, y toda una bicoca para la artillería española, que podía hacer fuego contra él casi a quemarropa. El puerto, aunque guarecía del reinante viento del Este, tenía sólo 123 hectáreas de fondeadero, poca cosa en tiempos de guerra. Ceuta, en cambio tras los trabajos necesarios, podía albergar un puerto y un aeródromo superiores a los de Gibraltar. En cuanto a cuestiones de política internacional, la Oficina de Exteriores británica hizo circular un memorándum sobre si sería útil para Inglaterra que España entrase en la guerra contra las Potencias Centrales(Alemania, Austria-Hungría, Imperio Otomano y Bulgaria). Concluía que si Inglaterra y sus aliados ganaban la guerra, España entraría forzosamente en su esfera de influencia y que, por el momento, serviría más a los intereses ingleses la neutralidad de España. Además, se esperaba que los franceses no se tomasen bien la instalación de una base británica al norte de  Marruecos.
El Almirantazgo británico en otro informe, insistía en la protección que ofrecía Gibraltar contra el levante, que soplaba “ciento sesenta y seis días al año”. Según la Marina, ningún puerto africano ofrecía semejante protección y “ningún puerto que pueda construirse nunca en Ceuta o en sus proximidades puede representar un fondeadero tan bueno como Gibraltar”.
Muelles de Gibraltar, 1917.
¡Ceuta, inglesa!
Sin embargo, el director de Operaciones Militares de la Oficina de Guerra, general P. P. de B. Radcliffe, trataba extensamente de Gibraltar en un documento sobre la futura política militar inglesa que terminó el 19 de noviembre de 1918, poco después del armisticio con Alemania. Sin más explicaciones, Radclifferecomendaba cambiar Gibraltar por Ceuta u otro puerto norteafricano.
¿Por qué Radcliffe prefería que la bandera de la Union Jack ondease sobre el monte Hacho antes que en el Peñón? Argumentaba que Inglaterra utilizaba Gibraltar para fines navales: como estación de aprovisionamiento, como puerto y como base para el dominio del Estrecho. Según su criterio, estos fines podían conseguirse  también en Ceuta, que además no podía ser bombardeada por artillería tan fácilmente como el Peñón. Y, más importante, mientras Inglaterra tuviese el dominio del mar, sería más difícil que alguna potencia enemiga transportase las tropas y los aprovisionamientos necesarios para montar una operación terrestre contra una fortaleza africana que contra Gibraltar. “Si España es hostil, el puerto de Gibraltar es indefendible. Una base en Ceuta, ocupando un campo extenso a su alrededor, será siempre más defendible que Gibraltar”.
Otra institución militar británica que mostró su preferencia por Ceuta fue el Ministerio del Aire. Su responsable afirmo que el Peñón, por su poca extensión, era especialmente vulnerable a un ataque aéreo y tenía pocas ventajas para crear bases de aviación en comparación con Ceuta.
Ceuta a principios del siglo XX.
Se acabó la discusión…
Arthur Balfour, Ministro de Asuntos Exteriores, consideró que tal intercambio sólo estaría justificado si los asesores militares y navales estuvieran totalmente de acuerdo. Temeroso durante un tiempo de que España siguiese los pasos de Rusia (en cuyo caso, controlar Ceuta sería más interesante), una vez calmados los temores sobre la posibilidad de una revolución en nuestro país, se negó a presentar el tema en la Conferencia de Paz de París. El propósito de la reunión internacional en la capital francesa era establecer los términos de la paz después de la Primera Guerra Mundial.
Un último coletazo
Para junio de 1926 la idea había sido bien abandonada por los ingleses, pero entonces España la adoptó de forma independiente. Sir Austen Chamberlaininformó entonces al gobierno de su Graciosa Majestad que el rey Alfonso XIII le planteó a un agregado militar su deseo de un intercambio de Gibraltar por Ceuta, y el de que Tánger fuera entregada a España. Sir Austen, según Gibraltar Chronicle,  declaró que “ninguna de las dos propuestas era viable”.
Jaime Noguera escribió la novela (en la que sale Gibraltar) España: Guerra Zombi‘.
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En otro orden de cosas:

Lápida dedicada a Vasco Fernández de Ataide. Está en el Museo Municipal del Revellín

Lápida dedicada a Vasco Fernández de Ataide. Está en el Museo Municipal del Revellín

ESCUDO DE FELIPE III DE ESPAÑA (II DE PORTUGAL)


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Descripción: En cuatro piezas de artillería del siglo XVII que adornaban, por parejas, las puertas principales de los antiguos acuartelamientos de Las Heras y Parque de Artillería y que fueron trasladados hace unos años a la fortaleza del Hacho, están grabados los blasones del rey Felipe III de España y II de Portugal. Todas llevan las armas de Castilla, León, Aragón, Sicilia, Granada, Austria, Borgoña moderna y antigua, Brabante, Flandes y Tirol y aparecen timbrados con corona real cerrada y rodeado del Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro. La particularidad de estos escudos les viene dada por el escusón con las armas de Portugal con el que está cargada la partición de Castilla y Aragón. La inscripción de la cartela rectangular dice: DON FELIPE III REY DE ESPAÑA, y en la de forma ovalada se lee: D. P. PACHECO SU CAPITÁN. GRAL. DEL A. ARTILLERÍA 1614.


GUARDIA MORA EN CEUTA

calle Jaudenes, enfrente del Mercado y parada de Bus

 calle Jaudenes, enfrente del Mercado y parada de Bus. Al fondo se puede vel "El Puente" y el puerto.

Almo califado Ceuta


Sebta Moneda De Plata Cuadrado MUWAHHID dirham 1.53g

TERCIO DE EXTRANJEROS- fuente: vadehistoria.com

fuente: vadehistoria.com

Siendo Ministro de la Guerra José Villalba fue creada la Legión por Real Decreto de 28 de enero de 1920 (aunque se considera como fecha de fundación la del alistamiento del primer legionario el 20 de septiembre de 1920), el nombre que recibe es el de Tercio de Extranjeros. El nombre de Tercio es rescatado de la denominación que en el siglo XVI se daba a las unidades tácticas del ejercito de Flandes, compuestas por tres grupos: piqueros, ballesteros y arcabuceros. José Millán Astray (1879-1954) fue, con el apoyo del alto comisario de Marruecos, el general Dámaso Berenguer, el encargado de articular este nuevo cuerpo, y su primer comandante. Las características de este nuevo cuerpo eran calcadas a las que ya tenía la Legión Extranjera Francesa, el historiador Paul Preston escribe: "[El Estado Mayor] envió a Millán a Argelia para estudiar la estructura y las tácticas de la Legión Extranjera francesa. A su regreso se publicó una real orden que aprobaba la creación de una unidad de voluntarios extranjeros." , su fiereza, preparación y capacidad debía ser el contrapunto a las unidades de reemplazo, menos capacitadas para el combate. . La Legión encuadraba a los nacionales y extranjeros, al modo de su hermana mayor francesa, que voluntariamente se ofrecían para luchar en Marruecos
El 4 de septiembre de 1920 una Real Orden establecerá las plantillas iniciales, en un principio el Tercio de Extranjeros constaba de: una Plana Mayor de Mando y Administrativa e Instrucción y tres Banderas (batallones) que disponían cada una de Plana Mayor, dos compañía de fusiles y otra de ametralladoras. Se declara que el nuevo cuerpo: "[...] se empleará tácticamente en primera línea y en todos los servicios de paz y guerra sin otro límite que el de su utilidad militar". En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial no hubo demasiados problemas para reclutar legionarios, en Europa, por entonces, sobraban los aventureros ávidos de nuevas sensaciones. Paul Preston describe así a los nuevos legionarios: "[...] los primeros doscientos alistados, una variopinta pandilla de malhechores, inadaptados y marginados, algunos duros e implacables, otros simplemente patéticos"....MÁS

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