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HISTORIA DEL ASEDIO A CEUTA
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CARLOS CORDERO EDITOR

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ARTICULO DE HOY
Regulares 3 de ceuta de maniobras
600 años la conquista de ceuta..blogceuta
Quién era Abdullah Ibn Idrisi (al EDRISI)
Edrisi se diferenció de los otros cartografos del tiempo por su dedicación en los detalles, y sus cartas aparecen mucho más completas de las otras del tiempo. Edrisi no se dedicaba solo a dibujar mapas sino que él mismo se dedicaba a conocer y había viajado mucho: conocía Francia, España, Italia, Inglaterra, Costantinopolis y la Asia central, además de toda la zona norte africana.
Hombre mediterráneo, Edrisi definió el área de este mar como la zona del cuarto clima en el cual dominan el verde, el azul como el mar, el amarillo como el desierto y el rojo en todas sus tonalidades, como la puesta de sol sobre el mar y el desierto.
Edrisi pertenecía a diferentes culturas, conocía las artes, la ciencia y la literatura griega, latina así como la medioriental, siempre habló de tolerancia entre los pueblos, estimuló placer y curiosidad y fue testimonio activo de la integración y los conocimientos en una Sicilia puesta en el medio del 'Mare Nostrum' casi como fuera el cruce de todas las culturas. A Él y a todos los hombres que nos han dejado sus importantes conocimientos y que han querido profundamente en sus cabeza y corazones esta isla y el Mediterráneo va nuestro respeto y admiración!!
LA CONVIVENCIA DE CUATRO CULTURAS..blogceuta
En palabras de Mario Vargas Llosa, “Aquí la convivencia no es una teoría abstracta, es una realidad cotidiana. En Ceuta las diferentes culturas conviven en la colaboración, en la amistad, en la solidaridad, y no hay violencia. Lo que hay es un ejemplo que España, Europa y el mundo entero debería seguir”
En ambas ciudades conviven desde hace muchos años habitantes de cuatro culturas que no ocultan sus raíces ni sus identidades. La mayoría son cristianos y musulmanes, que comparten espacio y vida con una significativa comunidad de origen Hindú, y con la comunidad de judíos sefardíes, muchos de ellos descendientes de familias, que tras la expulsión decretada por los Reyes Católicos decidieron permanecer y arraigar en estas bellas ciudades.
CEUTA CON PATENTE DE CORSO.....blogceuta
Tras la conquista del territorio por Enrique el Navegante en 1415, la ciudad se convirtió en un paraíso para los corsarios portugueses. Contaban con el permiso de las autoridades para atacar cualquier barco de naciones consideradas como enemigas que, en este tiempo, eran fundamentalmente los reinos de la Granada musulmana.
Persisten hoy días, construcciones de la época que evocan su pasado pirata, como el castillo del Desnarigado, convertido hoy día en un interesante museo.
AZAFRÁN EN LOS MONTES DE CEUTA
Escribano sahariano, nueva especie reproductora en Ceuta y España...BLOGCEUTA
ENVIADO POR CHAGRA EL DOM, 13/09/2020 - 21:35
La zona de distribución del Escribano sahariano (Emberiza sahari) ocupa gran parte del norte de África y zonas subsaharianas. En Marruecos se encuentra al sur de la cordillera del Atlas.
Recientemente ha venido desplazándose hacia el norte de tal forma que ha colonizado las ciudades de Tánger y Tetuán.
En Ceuta se obtienen observaciones puntuales a partir de 2016, y actualmente se conocen 2 parejas en distintas zonas y otro indivíduo solitario en otra zona.
Una de estas parejas ha logrado reproducirse, siendo la primera cita de reproducción de esta especie en Ceuta y en España. Escribano sahariano, nueva especie reproductora en Ceuta y España | Aves de Ceuta (seoceuta.es)
Hallan en Ceuta una especie de pájaro inédito en la península
Ceuta, 15 nov (EFE).- Un grupo de ecologistas de Ceuta ha localizado en Ceuta un ejemplar de la especie "mosquitero bilistado", tratándose de un animal que es inédito en la Península Ibérica ya que se asocia con otros lugares de Europa.
El ejemplar ha sido localizado en el Monte Hacho de la ciudad por el grupo de anillamiento ceutí Chagra, que lo ha localizado de una manera casual durante una jornada de anillamiento científico en el monte.
El ejemplar de "mosquitero bilistado" es accidental en España ya que se trata de una especie procedente de Siberia y que se encuentra fuera de su área habitual de distribución.
El animal, considerado una especie rara en España, no suele volar suelo español y, de hecho, hasta finales de 2009 -donde se tienen datos- se habían homologado 54 citas de este pájaro en la Península Ibérica, otras 12 en Canarias y 6 en las Islas Baleares.
El ejemplar ha sido anillado para su seguimiento. EFE
MONUMENTO A LA CONQUISTA DE CEUTA EN PORTUGAL
El Monumento a los Descubrimientos en Lisboa , la capital portuguesa , rinde homenaje a aquellos que estuvieron involucrados en los descubrimientos portugueses , que comenzó con la conquista de Ceuta
CEUTA TAMBIÉN TUVO SU TORO DE 'OSBORNE'
En Ceuta, esta decisión generó un debate en las redes sociales sobre la posibilidad de seguir los pasos de la ciudad hermana, y recuperar la figura del famoso toro. Incluso, aunque con poco éxito, se creó en Facebook un grupo denominado “Plataforma de implantación del toro de ‘Osborne’ en Ceuta”, y que como su nombre indica aboga por la recuperación de la silueta que fue retirada en el año 1984.
Polémica
La implantación de la silueta del Toro de ‘Osborne’ fue aprobada en sesión plenaria el 13 de mayo de 1974. La solicitud, presentada por la empresa José María Borrás S.A, era abordada como asunto de urgencia en dicho pleno. Tres días después, el Boletín Oficial de Ceuta recogía del siguiente modo el acuerdo plenario: “Otorgar licencia a José María Borrás S.A. para instalar anuncio con silueta de un toro y el vocablo Veterano, en la Loma del Monte Hacho por encima de las instalaciones de la Compañía Petrolífera Dúcar”. En el mes de julio de 1984 la famosa silueta publicitaria ya lucía en el Monte Hacho. Su ........MÁS
ALEO DE CEUTA
Carta de ub Naufrago desde Ceuta.

Como puedes ver estoy vivo. No puedo imaginar tu sufrimiento durante tantos y tantos días al no conocer mi destino. Te pido disculpas con toda la fuerza de mi corazón, pero sólo quiero que sepas que tu pesar no habrá estado demasiado lejos del mío propio por no haber podido escribirte antes y paliar así tu pena.
No sé qué información exacta tendrás allá en nuestra queridísima Colliure sobre el paradero de los navíos perdidos en el Estrecho de Gibraltar, pero como he sido testigo directo de tales acontecimientos, permite que sea yo el que te informe de lo que ocurrió en la horrible noche del 18 de abril cuando me encontraba a bordo del Assuré.
Como bien sabes, pues me honraste con tu bendita presencia en nuestra despedida en el puerto de Toulon (cuando cierro los ojos aún puedo verte agitando el pañuelo entre la multitud, una rosa en el centro de un interminable prado de hojas secas), nuestra flota, formada por 16 navíos al mando del duque d’Estrées (¡que el Señor no lo haya llamado aún a su lado!), ponía proa a Brest.
Nuestro glorioso cometido no era el otro que el apoyar el desembarco de treinta mil franceses en Torbay y así comenzar con la conquista de la isla del pérfido inglés, por lo que con todo el trapo en la jarcia y nuestros mejores deseos, comenzamos a soñar con que nos convertiríamos en la punta de lanza de Su Majestad, Luis XIV, a que el Todopoderoso bendiga durante muchos años.
Después de días de travesía, en perfecta formación, con multitud de fiestas a bordo y brindando una y otra vez en nuestras cabinas y camaretas por la victoria, el 14 de abril, con la costa española a estribor, el Ardent avistó velas en el horizonte, y los gritos de entusiasmo se sucedieron a lo largo de toda nuestra línea al reconocer el pabellón inglés.
El conde, desde su insignia, el Sceptre, ordenó caza general, y nuestros navíos más veloces, el Precieux y el Fortune, dieron alcance a las dos embarcaciones enemigas apenas finalizada la noche, dando tiempo al resto de la escuadra a batirlos muy dignamente.
Una de las presas quedó tan dañada que nos vimos obligados a quemarla, pero nuestro líder, d’Estrées, envió un mensaje a todos los navíos con la frase “ya habéis probado la sangre inglesa. Paladeadla y sabed que nos espera más en las aguas del Canal”. Nuestros gritos de júbilo fueron la respuesta.
Pero conforme llegábamos a las aguas del Estrecho de Gibraltar, el fuerte viento del oeste y una bajada considerable de la presión en el barómetro, hizo que el conde mandara a los capitanes a bordo del buque insignia para tomar una decisión sobre el peligro que podía suponer el pasar al Atlántico en tales condiciones.
Nuestro capitán, Chaurenaute, a la vuelta al Assuré, nos informó que finalmente la decisión había sido la de seguir adelante, a pesar de que los capitanes Misand, del Invencible, y Pallieres, del Bon, marinos de reconocido prestigio, se habían opuesto con educación pero firmeza, avisando de la peligrosa acción del viento en esta aguas.
La lluvia y un imponente oleaje nos recibió en la mañana del 18, y los navíos más adelantados se perdían tras montañas azules rotas por la espuma, lo que provocaba miradas poco reconfortantes entre los más veteranos a bordo.
Además, el viento, que llegaba del noroeste, nos empujaba hacia la costa africana, y por mucho que lo intentábamos no podíamos evitar que la amenazadora tierra, por sotavento, fuera cada vez más visible. Para colmo llegó la noche, y con ella, una poderosa granizada que dificultaba aún más nuestras maniobras.Nuestra preocupación se multiplicaba, ya que, además de evitar que nuestra nave encallara, teníamos que estar pendientes de no chocar con alguno de nuestros propios navíos.
De hecho, pasada las nueve de la noche, y cuando me encontraba con mi guardia del trinquete recogiendo vela para que el palo no se rompiera por la fuerza del viento, surgió entre la oscuridad y las olas que inundaban buena parte del castillo la figura del espejo de popa del Superbe.
Aún no sé cómo pudieron oírnos desde el alcázar, ya que el silbar del viento con la jarcia nos convertía en sordos por una noche, pero aún así el segundo teniente De Vincelles, que en ese momento gobernaba el timón con la ayuda de dos fuertes marineros, reaccionó para que nuestro buque evitara la colisión.
Pero fue peor el remedio que la enfermedad, ya que perdimos la posición y nuestro bauprés señalaba hacia tierra firme mientras oíamos a popa el estampido de los cañones de nuestros buques para señalar su posición.
Pudimos distinguir las murallas de una ciudad, y bien definidas la figura de los cañones que la protegían. Pero en vez de recibir sus balas sobre nosotros, parecía que los habitantes hacían todo lo posible para evitar que nos estrelláramos, con numerosas luminarias para guiarnos en la medida de lo posible e impedir el desastre.
Pero era imposible. No había nada que hacer, el viento seguía acercándonos a nuestro macabro destino, y pude ver a nuestro capitán, paralizado mientras se agarraba a un obenque, con la mirada perdida hacia la muerte que nos aguardaba.
Un horrible crujir de madera, como si cientos de troncos de un bosque entero se partieran a la vez, se oyó sólo unos segundos antes de que todos a bordo rodáramos por cubierta al detenerse en seco el Assuré. Habíamos encallado.
Nuestro navío se escoró peligrosamente, y reaccioné justo a tiempo para evitar que un cañón de hierro de 18 libras, que se había soltado de su atadura en la cureña, terminara enviándome a las profundidades del mar.
Una vez logré ponerme a gatas, pues era casi imposible mantenerse en pie, estudié la situación y era dramática, ya que la fuerza del choque había hecho caer sobre nosotros el palo mayor y el trinquete (el mesana, milagrosamente, continuaba en su sitio), y nuestro navío estaba a merced de las olas, a la deriva tras liberarse de las rocas que habían destrozado a buen seguro la quilla.
Como pude bajé a la entrecubierta, y allí el espectáculo era sencillamente horrible.
Di gracias a Dios porque buena parte de los marineros se encontraran en ese momento en cubierta para tratar de gobernar el buque, pero aún así el destrozo había sido considerable, y alguno de esos monstruos de bronce había destrozado una porta por la que entraba cantidades enormes de agua, lo que terminaba de sentenciar al Assuré.
Había que pensar en la evacuación. Al menos tres cuartas partes de los hombres no sabían nadar. Pero cuando volví de nuevo al exterior, con el granizo azotándome la cara y tratando de mantener la estabilidad comprobé, con horror, que la proa estaba prácticamente hundida, y que muchos de nuestros marineros, a la desesperada, se lanzaban al agua como si Dios fuera a salvarles milagrosamente de una muerte segura.
Con la vista traté de buscar a otro oficial, pero sólo pude ver a De Guidy, alférez de navío, improvisando un ventaje para un soldado al que le sangraba la cabeza.
Sin apartar las manos de la cabeza de aquel desdichado, De Guidy, que evitaba mirarme a los ojos, me dijo que tanto el capitán como casi todos los oficiales habían embarcado en un bote y puesto rumbo a alta mar en busca de un navío de nuestra escuadra, dejándonos por tanto al resto definitivamente condenados.
Tan absorto me quedé que no fui consciente de que el Assuré escoraba a estribor tan rápido que antes de que nos diéramos cuenta los pocos que quedábamos en cubierta nos sumergimos en las frías aguas para compartir destino con nuestros compañeros ya ahogados.
Amor, me sentí morir. Mis ropajes y pesadas botas me impedían nadar con comodidad, y me encontré rodeado por la muerte, una muerte fría, negra, infinita, que me acogía en mi desesperado intento por alcanzar la superficie.
Querrás saber mi vida que cuando ya me faltaba el aire, cuando ya sabía que jamás volvería a ver la luz, no pensé en que ya no volvería abrazar a nuestro hijo, a pisar la hierba, a cabalgar a lomos de mi yegua Circe o a sentir el dulce viento salado sobre una embarcación a muchos nudos de velocidad. No. Con las pocas fuerzas que me quedaban me esforcé, ¡me obligué!, a pensar a ti, para que cuando la eternidad me atrapara me encontrase pensando en ti, mi amor, feliz por haberte amado hasta el último momento.
Pero a veces la fortuna es la mejor aliada de la desesperación, y cuando ya perdía el sentido noté cómo una mano me agarraba por el pelo y me alejaba de las profundidades antes de sumirme en un profundo sueño.
Para cuando desperté, y después de llegar a la conclusión tras reflexionar profundamente de que no estaba muerto y que aquel sacerdote que me observaba no era San Pedro y el caballero rubio que se encontraba a su lado no era un ángel, oí a éste relatarme que me habían salvado del naufragio de mi navío, que su nombre era Abel Mesi, de profesión traductor, y que me encontraba en la ciudad española de Ceuta.
Una vez recuperado, te alegrará saber que pese a que Francia y España se encuentran en guerra, el Gobernador de la Ciudad, el señor don Francisco Bernardo, un veterano de los tercios y que pese a estar lisiado de un brazo (un mosquetazo) ofrece un aspecto imponente, nos ha recibido en su casa a mí y a los oficiales supervivientes del Sague, que también encalló, pero con más suerte que nosotros, puesto que no se fue al fondo del mar y se rescató a oficiales, marineros y buena parte de la artillería.
El Assuré no tuvo tanta fortuna, y se calculan que al menos unos trescientos hombres han podido perecer ahogados en el desastre (unos cincuenta nos hemos salvado gracias al socorro llegado desde la propia ciudad). Una desgracia que espero que acompañe al cobarde del capitán Charenaute el resto de sus días.
Por mi parte, y mientras espero que se aceleren los trámites que nos devuelvan a Francia, aprovecho, con un permiso del Gobernador, para pasear por la ciudad mientras aguardo el día que pueda volver a tus brazos.
Mato el paso del tiempo con mi misa diaria en la ermita de Santa María de África, y todos los días visito en la Casa de la Misericordia al que se ha convertido en mi amigo De Guidy (la desgracia crea los lazos más poderosos), que logró sobrevivir a costa de una pierna que aplastó uno de los cañones de bronce de nuestro barco.
Cuando puedo, camino más allá de la puerta que conduce hacia el barrio que aquí llaman Almina, y ando entre sus viñas y huertos para observar la que he podido saber es la tumba de tantos y tantos compañeros: los Isleos de Santa Catalina.
Y aquí querida mía, en tierra enemiga, tan lejos de ti y de tus labios, quiero decirte que mi corazón, tras sobrevivir a la muerte, jamás se ha sentido más cerca de ti.
Y no hay tiempo para más, querida mía. Con amor se despide, siempre tuyo:
Guillaume Roland Deugeudon, teniente de navío del Assuré. Naufragado en Ceuta.
Por:Revista divulgativa de historia naval en internet
EL PUENTE FANTASMA DEL ESTRECHO...
Leyenda de la sirena de Punta Almina
ESCRITO POR JOSÉ MARIA FORTES CASTILLO.....EL FARODIGITAL.ES/ En mi niñez, los viejos pescadores de Ceuta, hablaban sobre los múltiples encuentros que muchos años antes, habían tenido con las focas monje, que tan abundantes eran en las piedras existentes en los bajos del faro y más concretamente en el área conocida como “La sirena”,
SEPTEM FRATRES
SEPTEM FRATRES, -es decir siete hermanos- aplicado según testimonios de fuentes latinas, que se levantan en el área occidental de la Península de la Almina. Con idéntica en los escritos griegos, se las denomina colectivamente, Hepta Adelphoi. Pomponio Mela que por haber nacido en la orilla Norte del Estrecho de Gibraltar, tuvo sin duda, ocasión de contemplar en los días de buena visibilidad aquellos siete altozanos, explica que tenía considerable altura y colocados en fila, con perfiles casi simétricos, producían la impresión de ser una obra artificial. Por su número merecieron la calificación de Siete y por su similitud, de Hermanos. ("Panorama Mitológico de Ceuta" por Carlos Posac Mon
ARTICULO DESTACADO
José Enrique Rosende Martínez. Ceuta

Esta escultura está situada en el Muelle de España y es un homenaje a José Enrique Rosende Martínez, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos que fue Director del Puerto de Ceuta desde 1904 hasta 1929. En 1928, fue nombrado Presidente de la Junta Municipal cívico-militar, cargo que desempeñó hasta la proclamación de la II República en 1931, momento en que fue designado Alcalde de Ceuta el jefe de los Republicanos, el médico Antonio López Sánchez-Prado. La escultura, un busto en bronce, es obra del escultor Bonifacio López Torvizco y se inauguró en 1963......fuente:ceutaturistica.com
Marcelo Villeval Gaitán .Primer legionario

El primer legionario español. Se llamaba Marcelo Villeval Gaitán y era natural de la ciudad de Ceuta. Villeval, era un tío con unos dídimos muy bien puestos, lo que le llevo a ascender a suboficial en muy poco tiempo y siempre por méritos de guerra. Era el primer todo por muy arriesgado que ello fuera y, claro, acabó cayendo muerto en el desembarco de Alhucemas en 1925.
El último general de la República Española

Antonio Escobar Huerta nacio en Ceuta, 14 de noviembre de 1879 — fallecio Barcelona, 8 de febrero de 1940). Fue un militar español miembro de la Guardia Civil. Figuró en la Guerra Civil como defensor de la II República. El General “olvidado”, o el “muy católico” General son algunos de los sobrenombres con los que, muy raramente, se hace referencia a Antonio Escobar Huerta (“La guerra del general Escobar” de Olaizola, premio Planeta de 1983, y “Entre la cruz y la República” de Arasa, entre las pocas